UN CONVERSO CON CRISTOBAL COLON:
Del Diario de Yosef Ben Halevy Haivá,
conocido como Luis de Torres, escrito en
la Isabela (Cuba) en el nuevo mundo,
treinta y un años después que Cristóbal
Colón descubre las Indias (América) a la
edad de 71 años: ..."Como yo dominaba
varios idiomas, entre ellos el hebreo,
fuí invitado a acompañar a Cristóbal
Colón como intérprete en su viaje. El
pensaba que cuando hubiésemos alcanzado
China podía localizar a los exilados
judíos de las Diez Tribus Perdidas. Las
tres carabelas, La Santa María, La Pinta
y La Niña navegaron hasta un viernes en
la tarde, dos horas después de mediodía
que en calendario judío era Hoshaaná
Rabá (21 de Tishrei) del año 5253.
Navegamos todo septiembre, celebramos
Rosh Hashaná y Yom Kipur. En la vispera
canté el Kol Nidré, voces de La Pinta y
La Niña se juntaron a mi en oración.
Cuando terminé el Kol Nidré, Colón me
llamó: No es paloma uno de los símbolos
del pueblo judío? -preguntó- el nombre
de mi familia, Colombo, quiere decir
paloma.... No estamos navegando en este
barco en vano.. en el mismo día que los
judíos fueron expulsados de España, ese
mismo día se me dió oportunidad para ir
en la búsqueda de nuevas tierras,
cruzando este oscuro y terrible
océano...". Luis de Torres continúa: Me
dí cuenta a los pocos días que delgadas
ramas con hojas ovaladas flotaban cerca
de nuestros barcos, eran de sauce y así
pudimos cumplir con la mitzvá de
Hoshaaná Rabá. Pasamos toda esa noche
recitando Tehilin con Rodrigo de Triana
a la luz de la luna. Desembarcamos en la
isla de Guanahaní que Colón bautizó San
Salvador y tomamos posesión de esas
tierras para Castilla y Aragón.
EN AMERICA, PRECEDENTES:
Los judíos españoles expulsados que
abandonaron España se dirigieron a
Portugal en gran número, otros hacia
Berberia estableciendose en Fez. Otros a
Italia y otros en gran número se
refugiaron en el Imperio Turco. A los
Países Bajos llegaron judíos españoles
de varias partes de España y Portugal,
los que se radicaron en Amsterdam
poseían un nivel intelectual elevado.
Estaban vinculados a la cultura y
literatura españolas y su lenguaje se
conservó puro. Tuvieron una profusión
literaria abundante variada y de gran
valor, especialmente para el
fortalecimiento de los sentimientos
religiosos y morales. Amsterdam muy
pronto se convirtió en un centro de
estudios literarios, con especial
predilección hacia la poesía en
castellano. Los sefardíes llevaron y
nunca olvidaron la tradición de Pesaj.
No mucho después de los descubrimientos
de Colón, un edicto de los Reyes
Católicos prohibía la emigración de
cristianos nuevos a América. En
Portugal, un pronunciamiento del rey
Manuel dictado en 1499 restringiendo
esta emigración se mantuvo hasta
comienzo del siglo XVII, más a pesar de
ello América vió llegar a los cristianos
nuevos en considerable número durante la
época colonial. Estos fueron conocidos
como "criptojudíos", hebreos-cristianos,
conversos o portugueses. El término
judío-portugués se utilizó en América
por los inquisidores a partir de 1528
para todos los judíos, ya hubiesen
llegado a través de la Península Ibérica
u Holanda. Qué vida habían llevado estos
judios antes de emigrar a América? En
España habían podido conservar y
desarrolar una vida judía abierta. A
ella habían llegado quince siglos atrás,
directamente de Tierra Santa o a través
de Roma y su Imperio, llevando consigo
la tradición, reforzada posteriormente
con el florecimiento de la cultura y la
religión judía en Babilonia. Esta vida,
que se había visto estancada y duramente
perseguida durante el período de
intolerancia de los visigodos, adquirió
nuevos matices con la invasión musulmana
en 711. En el norte de la Península en
los enclaves cristianos, quedaron
núcleos judíos que convivían
pacíficamente con los cristianos, que
eran dueños de tierras laborables y
viñedos, que labraban sus tierras, que
compraban y vendían, cambiaban y
trocaban, arrendaban y alquilaban. Ya en
aquella época se conoció la fórmula del
juramento judáico, un documento legal
hebreo que se mantuvo en vigor hasta los
últimos momentos de la estancia judía en
España. En Al-Andalus hubo un
resurgimiento extraordinario de la vida
judía durante el reinado de Abd el Raman
III (912-961) y de su hijo Hakam II.
Córdoba, que tenía entonces alrededor de
medio millón de habitantes, se convirtió
en un centro de estudios y de vida
judía, impulsado por el dirigente R.
Jasday ibn Shaprut (915-975). A pesar de
algunas persecuciones, fué una época de
grandeza y florecimiento de las Yeshivot
y centros de estudios judáicos, como el
de Lucena, Granada y Zaragoza entre
otros. En los siglos XII y XIII Toledo
se constituyó en un centro cultural de
gran envergadura, centro de traductores
que hizo accesible, primero en latín y
luego en romance castellano, obras que
hasta entonces estaban en árabe. Fué
notorio el género de Responsa;
contestaciones de los grandes rabinos a
los grandes problemas y asuntos que les
fueran planteados por las comunidades.
Los rasgos que caracterizaron a las
diversas comunidades judías españolas en
los distintos lugares fueron siempre los
mismos. Parece que la vida comunitaria
en España formaba un bien tramado tejido
que aún sometido a crisis, fué capaz de
hacer frente a los problemas que
presentó la existencia judía en España,
siendo la comunidad el faro que guiaba a
cada judío y fué quizá lo que evitó que
la expulsión no provocara la
desaparición del judaísmo español. Lo
que los expulsados pasaron hasta llegar
a sus destinos es una larga relación de
sufrimiento que también nos habla de una
profunda fé y una fuerza casi ilimitada.
Así se formó la Diáspora Sefardí. Una
Diáspora dentro de otra Diáspora que
llegó al Nuevo Mundo. La población judía
de Portugal se vió notablemente
incrementada en 1492 por la afluencia de
los desterrados de España, pero el poder
buscó el medio de obtener la conversión
de estos judíos que en su mayoría fueron
arrastrados por la fuerza hasta las
iglesias, rociados con agua bendita y
declarados cristianos. De este modo, la
totalidad de la comunidad judía
portuguesa entró en el seno de la
Iglesia. Poco escrupulosa en cuanto a
los medios utilizados y a los resultados
obtenidos, la política real portuguesa
creó una situación sin precedente en la
historia judía. Los cristianos nuevos,
casi una décima parte de la poblacIón
portuguesa a fines del siglo XV, podían
vivir a partir de entonces sin tener que
profesar más que un catolicismo
aparente. De esta manera los conversos
portugueses pusieron en marcha un
sistema de observación clandestina del
judaísmo, creando una religión
"marránica". Pero los criptojudíos
portugueses no se limitaron sólo a
sobrevivir a las diversas presiones
decretadas por el poder, la Iglesia y la
Inquisición, sino que fueron el punto de
partida de una extraordinaria expansión
del judaísmo hacia occidente. De pronto,
los portugueses se encontraron dueños de
un imperio en Brasil, más estaban
carentes de una clase empresarial que no
fueran los judíos. De manera que un
decreto en 1507 vino a permitir lo que
en 1499 había prohibido: los judíos -ya
bautizados- podían ahora salir de
Portugal, comerciar y adquirir
propiedades y así muchos conversos se
dirigieron al Brasil: el afán de
riquezas y quizá el deseo de escapar de
un ambiente deprimente y de rehacer en
tierras distantes una existencia nueva
fueron los principales motivos, aunque
atesoraron más su fé que la riqueza
material. A los criptojudíos portugueses
se debe la creación de las primeras
comunidades judías autenticas de
América, las de Recife en Brasil, y la
de Surinam en la Guayana Holandesa. Pero
aunque muchos consiguieron labrarse una
posición desahogada no encontraron la
tranquilidad anhelada; los tribunales
del Santo Oficio habrían de llegar
rápidamente a estas colonias. Para los
cristianos nuevos de la Península
Ibérica, Amsterdam es el símbolo de la
libertad religiosa. Hacia 1650, la
"Nación Portuguesa" de Amsterdam cuenta
con alrededor de 400 familias, más o
menos 2000 almas, la mayoría nacida en
Portugal, que se convierte en un nexo
entre la diáspora sefardí y
neocristiana, modificando por completo
la vida de los criptojudíos. Después de
haber vivido varias generaciones como
católicos llegan a crear una comunidad
judía fervorosa, provista de estructuras
provisionales que llegarían a ser
ejemplo. Esta transformación de
criptojudíos a judíos autenticos se
produjo gracias a la aportación
rabínica: Mosés Ury Halevy, el veneciano
Moisés Pardo, el marroquí Jacob Uziel de
Fez y Jacob ben Aarón Sasportas. Durante
veinte años, los judíos portugueses de
Amsterdam se repartieron en tres
comunidades. En ellas, algunos eran
grandes propietarios de manufacturas,
médicos o diplomáticos, miemtras que
otros, paralelamente venían a
incrementar una cohorte de miserables
que requerían asistencia de las
cofradías y comunidades. La imagen de
estas últimas nos es familiar pues con
frecuencia aparecen en los trabajos de
Rembrandt. La vida itelectual de los
miembros de "La Nación Portuguesa" en
Amsterdam está dominada por un
imperativo absoluto, el de volver a
enseñar el judaismo a los inmigrantes
que lo han perdido total o parcialmente,
conservar celosamente la lengua de sus
antepasados -el español o el portugués-
Esta última es la lengua oficial de la
"Nación". Sin embargo el español es
preferido para la literatura sagrada o
profana. Esta literatura se propaga
ampliamente porque muchos miembros de la
comunidad sufragan los gastos de
imprenta y compran una buena parte de la
producción. Hasta finales del siglo XVII
se sigue traduciendo las obras de Flavio
Josefo o el Pentateuco al español, y
todavía en 1708, comienzos del siglo
XVIII, a más de doscientos años de haber
salido de España, los judíos hacen dos
veces por semana representaciones
teatrales en español, pretextando que no
comprenden ni hablan el neerlandés. Por
su parte el portugués sigue siendo la
lengua familiar, la de los negocios y la
de las decisiones comunitarias. En
portugués está redactada el acta de
proscripción contra Spinoza. También
está el hecho que los desarraigados
ignoran el hebreo y tienen que aprender
en español los elementos fundamentales
del judaísmo ancestral y nueva a la vez.
La Bíblia de Ferrara fué su primer
instrumento y luego se imprimen otras en
castellano. La obra de Maimónides se
traduce repetidamente al español. El
célebre Cúzary de Yehuda Ha Levy es
traducido en Amsterdam en 1663. Desde
las primeras horas del descubrimiento
del Brasil en el año 1550 se encuentran
colonias de nuevos cristianos
portugueses dedicados a las plantaciones
de caña de azúcar, algodón, tabaco y
arroz, pero poco después empiezan los
procesos inquisitoriales. Más de un
siglo de colonización portuguesa había
transcurrido, cuando en 1630 los
holandeses adquirieron una posición en
Pernambuco, llegando a ocupar entre 1630
y 1654 esa franja costera del Brasil y
las áreas que la rodeaban. Tan pronto
como la colonia holandesa de Pernambuco
se estabilizó, crecientes cantidades de
judíos de Amsterdam se trasladaron a
Recife donde se habian formado dos
comunidades religiosas "Zur Israel" y
"Maguén Abraham" y donde los conocidos
rabinos Isaac Aboab da Fonseca y Mozes
Rafael de Aguilar, liderizaban los
servicios a partir de 1642. Allí tenían
su propio cementerio y otras
instituciones, la ventaja de conocer el
holandés y el portugués les permitían
controlar el mercado de dinero, el
comercio minorista, el negocio
inmobiliario, el comercio del azúcar y
los esclavos, así como la recaudación de
impuestos. Puesto que sabían que estaban
rodeados de enemigos formaron una
estrecha unión tratando de cooperar con
las autoridades locales en armonía. En
los círculos oficiales españoles y
portugueses y en la porción de Brasil no
conquistada por los holandeses, los
judíos eran considerados como miembros
de una quinta columna, pues había
sospechas que los nuevos cristianos y
sus parientes de Amsterdam habían
provisto a la Compañía de Indias
Occidentales la información que condujo
a la captura de Bahía en 1624 y de
Recibe en 1630. Económicamente eran
vistos como competidores peligrosos e
ideológicamente y socialmente como
deicidas y corruptos de la moralidad.
Bajo condiciones favorables, la vida
judía floreció en las costas del Brasil.
La comunidad madre de Amsterdam se
mantenía pendiente de que sus hermanos
prosperaran económica y espiritualmente.
Pero el paraíso holandés duró poco. En
1654 los holandeses se rindieron al
cerco portugués y de los 5000 judíos
residentes algunos se convirtieron de
nuevo en marranos, otros al catolicismo
y muchos abandonaron esas tierras. De
los que salieron, unos regresaron a
Amsterdam, un grupo de 23 personas, a
bordo del St. Charles, llegó a New
Amsterdam (antíguo nombre de Nueva York)
y otros se dispersaron por las islas del
Caribe y Surinam. Los judíos portugueses
se extendieron por diversos rumbos
americanos. Asi en diversas comunidades
americanas el concepto popular de
"portugués" implicaba ser judío aunque
no todos lo fueron. Nos damos cuenta que
los conversos no fueron transformados en
sus convicciones íntimas por el solo
hecho de abrazar la fe cristiana, el
bautismo apenas hizo otra cosa que
convertir a una considerable porción de
judíos, de infieles fuera de la Iglesia
a heréticos dentro de ella. Al principio
y durante algunas décadas los
judaizantes pudieron preservar parte del
conocimiento tradicional, encontrándose
en casas privadas para estudiar, bajo la
guía de maestros formados antes de las
catástrofes de fines del siglo XV, con
libros que habían escondido
ilícitamente. Pero cuando estos maestros
desaparecieron y los libros les fueron
confiscados o se deterioraron, el
conocimiento del judaísmo tradicional
comenzó a declinar. Dejaron de estar
familiarizados con la Ley Oral y la
Halajá, el conocimiento hebreo se perdió
y pronto el único contacto con la fe
ancestral fué la Bíblia, no en hebreo
sino en su versión de La Vulgata. A
partir de entonces, los judios conversos
que no abandonaron su viejo credo no
tuvieron otra nacionalidad que la Torá.
Carentes de cabezas religiosas, sin
escuelas ni contacto con los centros de
judaísmo, esta diáspora se mantuvo unida
únicamente por la fidelidad al recuerdo
de su pueblo y los deberes religiosos
comunes. Mas ya para el siglo XVI, pocos
aspectos de la religión de los
judaizantes podrían llamarse
tradicionales. Estos se referían a ella
como "La Ley de Moisés" y era el
producto de la obligada decadencia de su
judaísmo por el aislamiento en que se
encontraban. Para finales de ese siglo,
los líderes comunitarios y los maestros
o rabíes habían perdido el conocimiento
del Talmud, Midrash, Códigos y
Comentarios. Los requerimientos para el
rito tradicional faltaban, no habían
bíblias ni rollos sagrados ni objetos
ceremoniales y ni siquiera un calendario
lunar. El judaísmo bíblico, condimentado
de leves reminiscencias de prácticas
tradicionales y de influencias del
catolicismo circundante, era lo que
constituía la Ley de Moises de los
judaizantes. Los servicios religiosos
estaban reducidos al Shabat y
festividades mayores cuya celebración a
veces no se hacía en la fecha apropiada
por carecer de calendarios. La liturgia
estaba basada casi totalmente en la
Bíblia, los rezos se derivan mayormente
de los Salmos y estos eran elegidos
entre los usados por la Iglesia. Eran
leídos en lengua vernácula y a veces en
latín. Apesar de las dificultades habían
retenido la costumbre de evitar la carne
de cerdo, hacer la matanza de reses y
aves de la forma tradicional y efectuar
la circuncisión. La cohesión comunitaria
se presenta como un elemento que
condicionó la posibilidad de
supervivencia en ese período. Se
constituyeron en un grupo social
extraño, que obligaba a ser poco
sociable y que por ello mismo podía ser
odiado y rechazado con facilidad, así
cada miembro procuraba protegerse
mutuamente pues poseían una conciencia
de ser un grupo amenazado. La llegada de
un grupo de judíos auténticos al Brasil
holandés en el siglo XVI hasta comienzos
del XVII -el período clásico del
criptojudaísmo en América- se
mantuvieron visibles a lo largo de todo
el período colonial. En Bahía, Brasil,
los judíos se reunían en casas privadas
para hacer "esnoga", es decir, realizar
servicios religiosos. La existencia de
una Sinagoga en Recibe es mencionada en
documentos del 1636 y ya en 1641 la
congregación "Zur Israel" había
completado la construcción de la esnoga
que puede considerarse la primera casa
especialmente construida en América para
afines Sinagogales. En Surinam fueron
construidas Sinagogas en Thorarica
(1665), en la "Joden Savanne" (1671 y
1685) y en la capital, Paramaribo
(1723). Entre 1675 y 1680 se construyó
una Sinagoga en Bridgetown, Barbados y a
menos de sesenta años de que las
primeras familias judías llegaran a
Curazao, consagraron la Sinagoga "Mikvé
Israel" (1657). En Venezuela hemos
encontrado que en 1710 una comunidad
compuesta por 17 casas y una Sinagoga
existieron en Tucacas. Sin embargo la
comunidad judía no pudo evitar
asimilarse poco a poco y de grado o por
fuerza a la sociedad, terminando por
diluirse en ella y desaparecer. Lo que
la Inqusición no había conseguido lo
hicieron los judíos: descuidos en el
estudio, falta de maestros, acumulación
de riquezas y ausencia de presión fueron
algunos factores. La acumulación de
riquezas fué acompañada por los
matrimonios fuera de la fe. La judeidad
colonial sefardí no produjo grandes
libros ni grandes espíritus, ni líderes
espirituales, ni creaciones literarias
de un significado duradero, pero
estableció la herencia tradicional del
judaísmo en América para ubicarse en una
base de igualdad en cuanto a los demás
credos. La comunidad sefardí fué
precursosa del primer camino en América
y facilitó así la adaptación de los
inmigrantes posteriores.