EL JUDEO-ESPAÑOL, EL LADINO Y LA
HAKETIA:
El Judeo-Español se caracteriza por la
conservación sonora del castellano
antíguo. La pronunciación de las
palabras concuerda plenamente con las
reglas gramaticales. Después de la
expulsicón continuaron expresándose en
su propia lengua, sin embargo, el
Judeo-Español del siglo XV se alteró a
causa de algunos vocablos y expresiones
ajenos que fueron implantados en el
correr del tiempo y así se enriqueció
con expresiones y vocablos portugueses,
griegos, turcos, búlgaros, franceses,
árabes y otros. En la Sinagoga más
antigua del continente americano, la
Mikvé-Israel de Curazao, se pudo
constatar que los sefarditas insulares
hablaban un Judeo-Español salpicado de
modismos portugueses. El Judeo-Español
literario se remonta en sus orígenes en
plena Edad Media, donde encontramos la
Jarcha y el Yejal, que son unos
versillos en dialecto mozárabe y muchos
de ellos escritos en Judeo-Español,
cuando era en este idioma se les
denominaba ZEJEL que en hebreo quiere
decir inteligencia. Su origen suele
localizarse a principios del siglo XI, y
si bien sus autores ya habían
descubierto la métrica gramatical,
imprescincible en cualquier composición
poética, la rima, está en sus albores.
Entre sus autores están Yehuda Haleví,
el Principe de la Poesía, Yosef Ibn
Zaddik y Abraham Ibn Ezra, el maestro de
la métrica gramatical. Las Jarchas y el
Zejel son el génesis de la poesía
española, ellos se le adelantaron en más
de cien años. La producción literaria
del Judeo-Español es anterior a la
expulsión y no se rompió con esta sino
que se trasladó, siendo Amsterdam el
centro más importante para los estudios
sefaradíes durante los siglos XVI al
XVIII, también fueron importantes
Venecia y Constantinopla. El
Judeo-Español se mantuvo por su intensa
enseñanza en Salónica, que fué el centro
del sefaradismo hace 300 años. Existían
dos colegios con más de diez mil
escolares. El Ladino: Qué diferencia
existe entre el Ladino y el
Judeo-Español? este último fué el idioma
que hablaron los judíos en España hasta
1492, aunque después de la expulsión lo
llevaron consigo. El Ladino es la
traducción textual palabra por palabra
de los libros sagrados del judaísmo,
recurriendo al idioma vernáculo, lo que
da un nuevo lenguaje, con una síntaxis
semítica. Ladino pareciera ser que
procede de "Latin", lengua que todos
sabemos es la raiz del castellano. El
Ladino no se conforma únicamente con
traducir, como hemos dicho, al pié de la
letra los textos sagrados, sino que toma
igualmente del hebreo sus signos, sus
puntos, sus notas musicales y sus
acentos. La traducción al Ladino más
popular es la Hagadah de Pesaj. Desde el
Siglo XVI en adelante Rabbí Yaacov Hully
comenzó a escribir en Ladino el
MeAm-Loez, el más grande y significativo
compendio de ética y religiosidad que
fué destinada a los menos cultos, pero
fue inconclusa por su autor y otros
eminentes rabinos la continuaron; en
forma sencilla en el que se hace
referencia en muchas ocasiones a
jurisprudencias talmúdicas. El Ladino se
escribió siempre en letra cursiva hebrea
a la que se llamó caligrafía RASHI. Pero
este idioma, al igual que el Yiddish
entre los ashkenazim y el TARGUM en su
tiempo entre los arameos sirvió como
medio de comunicación entre las
diferetnes academias talmúdicas así como
otros documentos y correspondencia. El
Haketía: El dialecto único de los judíos
ibéricos establecidos en Marruecos desde
la expulsión de España y
considerablemente distinto del que hoy
es hablado por los judios orientales es
un compuesto de castellano antíguo más o
menos bien conservado, de árabe y
hebreo. No hay duda que este dialecto es
más antíguo de lo que se supone, y que
ya los judíos de España lo usaban antes
de la expulsión a partir de la cual los
judíos españoles se separaron en dos
grupos de emigración: oriental y
occidental. Hoy en día este dialecto
está en período de extinción, variados
son los componentes a los cuales la
Haketía debe su origen: 1) El español,
englobando todos los lenguajes usados en
todas ls regiones donde vivían antes de
la expulsión; 2) El Ladino, en su
acepción estricta de versión de la
Bíblia; 3) El árabe y 4) El hebreo. El
Haketia es un dialecto lleno de
expresiones vehementes como las
maldiciones, que en este caso son el
arma a que recurría una persona que no
tenía ninguna otra posibilidad de
defensa. En Haketía se maldice por
verguenza, por agravio, por gracia o por
recreo y se maldice por maldecir.
EL MATIZ HEBREO EN LA LENGUA CASTELLANA:
Según lo que afirmaba Don Andrés Bello
en su gramática: "La lengua es un
organísmo viviente; es un medio de
comunicación". El idioma contribuye a
mantener viva la consciencia de un
pueblo. El pueblo hebreo agregó su matiz
a la formación idiomática del naciente
español. Y aún más, llegó a considerar a
esta lengua como sagrada. Tanto así que
en 1553 se imprime en Ferrara, la
primera Bíblia en español; momento para
el cual se consideraba un sacrilegio
utilizar otra lengua que no fuese la
hebrea para escribir todo aquello que
estuviera vinculado a la religión y a la
fé. El pueblo hebreo tomará la lengua
española como medio para expresar su
alegría, luchas y más tarde su nostalgia
y tristeza. Es con la lengua española
salpicada de términos hebreos con los
que los sefarditas transmitirán sus
vivencias de generación a generación
contando en verso toda su evocación de
retorno a la Tierra de Sion; -recuérdese
las Sionidas de Yehuda Ha-Levy-. El
pueblo hebreo en la época del siglo de
oro español es el intermediario entre el
Oriente y el Occidente, un intermediario
de culturas, no solo de mercancías. No
se sabe con exactitud cuando llegan los
hebreos a la Península Ibérica pero sí
coincide en que la llegada data de los
tiempos bíblicos. Basan su teoría en el
versículo 9, Capítulo X del Libro de
Jeremías y en el versículo 12, capítulo
XXVII del Libro de Ezequiel, donde se
comenta que mercaderes y navegantes
judíos llegaron al sur de España,
específicamente a la región de Tartesia
(Tharsis), alrededor de la actual ciudad
de Cádiz, aún en los días del Rey
Salomón. Otros piensan que fueron
traídos por el Rey Nabucodonosor (siglo
VIII a.e.c.) tras la destrucción del
Primer Templo de Jerusalem o aún más
tarde -como lo demuestra Arias Montano-
llegaron después de la destrucción del
Segundo Templo a Granada y allí fundaron
dicha ciudad, su nombre probablemente
viene de las palabras hebreas "Gar-Anat"
que significa "colina de forasteros". Se
puede decir que si hubo comunidad judía
en España hacía finales del siglo II o
inicios del III. Sabiendo que el
Castellano, ya fijado en su estructura
hacia la segunda mitad del siglo trece
"encierra policronos vestigios de más de
veinte idiomas". En el campo morfológico
se puede mencionar la posible
procedencia hebrea del aumentativo "ón",
existente en latín y aún por cierta
analogía "ote". En el campo Sintáctico
Garcia Blanco en su obra Dikduk expresa:
"de todas las lenguas en que puede
traducirse un escrito hebraico, no hay
ninguna en que se copien más fácilmente
sus expresiones que en la castellana".
La misma teoría de Garcia Blanco la
desarrolló Severo Catalina en el
Discurso de Recepción de la Real
Academia Española en 1861 en el cual se
propuso: "demostrar que si el
Diccionario de la Lengua Castellana
tiene más de latino que de semítico, la
gramática de la lengua castellana
-síntasis- tiene más de semítica que de
latina. Este hecho lo explica al
mencionar las diferentes formas de
superlativo (todas sintácticas) que
existen en hebreo: cinco al menos
pasaron en su totalidad al castellano,
entre ellas: a) Repetición pura y simple
del adjetivo o adverbio; b) la absoluta
superioridad, que consiste en hacer
según al nombre genérico en cuestión, su
propio plural como complemento nominal;
c) Formación del superlativo simple, por
un lado, cuando se antepone al adjetivo
posesivo, en los que por si encierran
una idea cuantitativa a saber: la
pequeña (hablando de varias hermanas, la
menor) y, por el otro, cuando se coloca
el adverbio de cantidad "muy" antes del
adjetivo, muy corriente en el
castellano, por ejemplo: "muy
interesante", recuérdese que este último
caso se realiza en latín con "issimus".
Otro caso es la sufijación del verbo,
por ejemplo, dígame, tráigamelo, ajena
por completo al latín y al griego, pero
que es típica en hebreo.