El mundo en que vivimos la muerte es
considerada como un pasillo que conduce
a otro mundo. La creencia en otra vida,
en un mundo por venir (Olam Haba) donde
el hombre es juzgado y donde su alma
continúa floreciendo, está arraigada en
el pensamiento hebreo. “Todo Israel
tiene participación en el mundo por
venir” (Mishná Sanhedrín 11:1). Pero
cuando más valioso ha sido el individuo,
más grande es la pérdida para los
sobrevivientes. Cuando más ha
significado para los que le rodean:
familia, amigos, comunidad, más profunda
es la congoja y más aguda la angustia.
Las observancias tradicionales judías
que rodean la muerte y el duelo tiene
como objetivo mantener la dignidad de la
persona fallecida y confortar a las
personas en duelo.
Sepultura
Las leyes y prácticas religiosas judías
que se refieren a la muerte y al duelo
se basan en dos principios
fundamentales:
• El honor y el respeto debidos
incluso a un ser humano sin vida (kibud
hamet).
• La preocupación por el auxilio mental, emocional y
espiritual de las personas
de duelo, y la
necesidad de consolarles (nijum
avelim).
El muerto debe ser envuelto en un sudario
blanco (tajrijim) después de
haber sido cuidosamente lavado y
purificado. (La simple prenda blanca fue
instituida durante el período talmúdico
cuando los entierros se convirtieron en
una terrible y costosa carga para las
masas, subrayando así la igualdad del
rico y del pobre en la muerte. Hasta ese
momento los más ricos habían sido
enterrados generalmente envueltos en
prendas más lujosas. Los Sabios supieron
ser sensibles al honor de la persona
pobre fallecida.)
El muerto varón es también envuelto en su talit cuyos
flecos (tzitzit) se invalidan,
indicando simbólicamente que las
exigencias terrenas ya no le incumben.
Está prohibido el embalsamiento. La sangre
de la persona fallecida es parte de
ella, que también debe enterrarse y no
desecharse como algo superfluo.
Exponer el muerto a la exhibición en un
féretro abierto fue considerado
tradicionalmente como un deshonor para
él. Los Sabios consideraron que ser
expuesto, permitiendo no sólo a los
amigos sino también a los enemigos pasar
y observar con menosprecio o burlarse
del cadáver, constituye una falta de
respeto para el muerto. Aunque el
propósito de esta práctica en la cultura
occidental es honorable, los valores
judíos no la consideran aceptable.
La cremación está prohibida; la sepultura
debe realizarse en la tierra. La
observación bíblica: “Ya que polvo eres
y al polvo volverás” (Génesis 3:19), es
subrayada más aún por la Torá cuando
dice que “no dejarás de enterrarle”
(Deuteronomio 21:23).
Cuando se lleva a cabo una cremación y las
cenizas no son enterradas en la tierra
sino que se conservan en una urna sobre
la tierra o se desparraman en el mar, no
se exige que los deudos de la persona
fallecida observen el período de siete
días de duelo estricto (shiva).
-Autopsias: El consenso de los juicios
rabínicos prohibió severamente durante
siglos, los exámenes post-mortem,
considerándolos como una profanación del
muerto. Sin embargo, se lo permitió
cuando existía la razonable expectativa
de que esto podría contribuir a la
salvación de la vida de otro paciente.
También fue permitido en casos de
enfermedades hereditarias, para
salvaguardar la vida de los parientes
sobrevivientes y cuando lo exigió la ley
civil del país (en caso de sospecha de
violencia, dolo, etc.).
En todos los casos en que se hace una
excepción a la prohibición general
contra la autopsia, es de vital
importancia que se adopten varias
precauciones:
• Deben utilizarse solamente el
mínimo de tejidos necesarios para los
exámenes.
• Todos los miembros extraídos del
cuerpo deben ser devueltos a él para su
entierro, todos juntos.
• A menos que lo exija la ley, la
autopsia nunca debe llevarse a cabo sin
el permiso expreso de la familia o el
consentimiento previo de la persona
fallecida mientras estuvo viva.
Debido a que cada caso es diferente y las
opiniones de las autoridades rabínicas
pueden diferir acerca de las condiciones
que deben reunirse para otorgar el
permiso, se sugiere acudir a la guía del
rabino de la propia comunidad.
El entierro debe realizarse lo más pronto
posible después de acaecida la muerte.
Dilatar el entierro más allá de las
veinticuatro horas está permitido
solamente para el honor del muerto, en
casos tales como la espera de la llegada
de parientes próximos procedentes de
lugares lejanos, o si se trata de
un Shabat o una festividad.
Está prohibido enterrar un muerto en
Shabat. También está prohibido para los
judíos participar en el entierro el
primer día de las festividades. Está
permitido el entierro el segundo día de
las festividades, pero solamente el
hecho en sí del entierro. No se permite
ninguna otra violación de la festividad.
En las condiciones actuales es
preferible no realizar un funeral en
ninguno de los dos días de la
festividad, para no profanarla y para no
deshonrar indirectamente al muerto.
El cuidado del cuerpo, la preparación para
el sepelio y su vigilancia, así como el
entierro en sí es una tarea religiosa de
carácter sagrado que solamente los
miembros más piadosos y meritorios de la
comunidad están llamados a realizar. La
sociedad comunitaria organizada que se
ocupa de esta tarea se denomina la
“Sociedad Sagrada” (Jevrá Kadishá).
Desgarrar una prenda que uno está
vistiendo (kriá), es una manera
religiosa apropiada de expresar la
congoja por el muerto. Este antiguo y
tradicional signo de dolor entre los
judíos se remonta a la época bíblica. La
prenda desgarrada debe seguir usándose
durante la semana de duelo (shivá), excepto
en Shabat. (El corte de una cinta negra
no es reconocido como substituto
religioso del desgarramiento de la
prenda.)
Cuando se desgarra la prenda, la persona
doliente pronuncia la siguiente
bendición: Baruj Ata, Adonai,
Eloheinu, Melej Haolam, Dayán Emet.
Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey
del Mundo, (que eres) el Juez verdadero.
Erección de una lápida
Es una antigua costumbre entre los judíos,
que se remonta a la época de los
Patriarcas, la de erigir una lápida a la
cabecera de la tumba como un acto de
reverencia y respeto a la persona
fallecida, de modo que no sea olvidada y
que su lugar de descanso definitivo no
sea profanado.
En algunas comunidades se acostumbra no
erigir la lápida hasta un año después
del entierro. Una de las razones para
esta demora es que durante el primer año
los muertos son recordados diariamente
por los dolientes y no se requiere una
lápida. Sin embargo, no existen reglas
referentes a ésta tema y es correcto
desde el punto de vista religioso
colocar la lápida en la primera
oportunidad posible. En Israel, es
frecuente la práctica de colocar la
lápida poco después del período de duelo
de treinta días (sheloshim).
Es importante distinguir entre el
requisito de erigir una lápida, que es
una costumbre tradicional, y el
descubrimiento de la lápida, acompañado
por un servicio y un ritual especiales.
El servicio de descubrimiento no tiene
ningún fundamento en la ley ritual o en
las exigencias de la halajá y
constituye más bien una innovación
contemporánea. Aunque ese servicio
proporciona una ocasión para rendir un
tributo adicional y una señal de respeto
para una persona de valor, ninguna
familia debe sentirse obligada desde el
punto de vista religioso a realizar un
servicio formal de descubrimiento de una
lápida. Es suficiente erigir una lápida
adecuada y visitar la tumba en forma
privada.
Período de duelo
La ley judía considera tres períodos
sucesivos de duelo después del entierro,
cada uno de los cuales es observado
progresivamente con menor intensidad. El
primer período se denomina “shivá”, que
significa “siete” y se refiere al
período de duelo severo de siete días
que sigue al entierro.
Shivá se observa por los siguientes
parientes: padre, madre, esposa
(esposo), hijo, hija, hermano o hermana.
La forma más adecuada para una familia de
observar la shivá es hacerlo
todos juntos en el hogar de la persona
fallecida. Sin embargo, esto no es
obligatorio y los miembros de una
familia pueden observar lashivá en
cualquier otro lugar de su conveniencia,
incluso por separado en sus respectivos
domicilios, si así lo exigen las
circunstancias. Prácticas observadas
durante la shivá:
• Las personas en duelo no se sientan en
sillas de altura normal, sino en
banquillos bajos. Taburetes o banquetas
pueden servir para este fin.
Algunas personas siguen la práctica de
sacar los almohadones de los sillones o
de los sofá, para sentarse en el marco
más bajo. Esto está permitido. (Las
familias sefaraditas siguen la práctica
más antigua de sentarse en el suelo.) De
esta práctica deriva la expresión “sentarse
en shivá”, aunque no es necesario
que las personas en duelo estén
realmente sentadas todo el tiempo.
• Los deudos en duelo no usan
zapatos de cuero. En su lugar pueden
utilizar calzado de tela, de goma o
pantuflas.
• Los deudos varones en duelo
no se afeitan ni se cortan el cabello;
las mujeres en duelo no se aplican
cosméticos.
• Los deudos en duelo no deben
trabajar. Puede consultarse al rabino
local para las excepciones, ya que
existen circunstancias atenuantes en
‘casos individuales.
• Debe evitarse todo placer:
No hay que bañarse o lavarse por placer,
aunque está permitido hacerlo por
razones de higiene, a fin de evitar una
severa incomodidad.
Deben evitarse las relaciones sexuales. No
hay que vestir ropa nueva o recién
lavada. No hay que dedicarse al estudio
de la Torá, con la excepción de aquellos
libros o capítulos que se refieren a las
disposiciones de duelo, y de
libros tales como Job, Lamentaciones y
partes de Jeremías que se refieren al
dolor y a la angustia.
El período de shivá finaliza en la
mañana del séptimo día después de las
oraciones matinales. El día del entierro
se considera como el primer día de shivá.
Si el séptimo día cae en Shabat, todos los
aspectos públicos de la shivá finalizan
inmediatamente antes del mismo, dejando
tiempo solamente para la adecuada
preparación del Shabat. La difundida
idea de que la shivá concluye al
mediodía de un viernes o de una víspera
de festividad, no tiene ningún
fundamento en la ley judía.)
Si el Shabat coincide con un día
intermedio de shivá, se suspenden
las prácticas de duelo público
relacionadas con la shivá durante
el shabat, pero se reanudan cuando éste
finaliza. Sin embargo, se toma en cuenta
el shabat para el cálculo de los siete
días.
Si alguna de las festividades bíblicas
interrumpe la shivá, ésta se da
por finalizada completamente y ya no se
reanuda después de la misma.
Si un funeral tiene lugar durante la
semana de Pesaj o la de Sucot, se
observa la shivá, pero ésta sólo
comienza cuando concluye la festividad.
En la Diáspora, el último día de la
festividad se cuenta como el primer día
de shivá.
.Purim y Janucá no se cuentan como
festividades que dan por terminado el
duelo, aunque las personas en duelo
pueden asistir a la sinagoga para la
lectura de la Meguilá en Purim.
Si existió un retraso en tener noticias
del fallecimiento del deudo, porque una
persona estaba ausente o vivía en una
ciudad distinta, la persona en duelo
comienza a observar todas las prácticas
del duelo desde el momento en que recibe
la noticia. Si el resto de la familia se
encuentra todavía en el período de shiváen
la ciudad donde tuvo lugar la muerte o
el entierro, la persona puede unirse a
ellos y finalizar el duelo al mismo
tiempo que el resto. Si no es posible
unirse a la familia, o si ya transcurrió
la semana de shivá, se cuenta
como el primer día de shivá el
día en que se recibió la noticia.
Si la noticias del fallecimiento del
pariente se recibe después que pasaron
treinta días de la muerte, no se
observa shivá. El deudo debe
sacarse los zapatos y sentarse durante
una hora en un banco bajo, indicando una
observancia simbólica. Sólo debe
pronunciar la bendición “Bendito eres
Tú… el juez verdadero”. Cuando el
fallecido es un pariente también se debe
desgarrar una vestidura.
El segundo período se denomina “Shloshim”, que
significa “treinta” y se refiere al
período que se extiende desde el fin de
la shivá hasta el día trigésimo
después del entierro. Durante este
período está prohibido asistir a
fiestas, incluso si no hay música, y
también está prohibido contraer
matrimonio, afeitarse o cortarse el
cabello. Este segundo período termina el
duelo para todos los parientes, salvo
para la madre o el padre.
El período de shloshim concluye en
la mañana del día trigésimo. El día del
entierro es contado como el primer día.
Si durante el período de shloshim ocurre
alguna de las festividades importantes,
se considera el duelo como finalizado.
Sus restricciones especiales no se
renuevan después de la festividad.
El tercer período, que es observado por la
madre o por el padre se conoce
simplemente como avelut,duelo.
Concluye al fin de doce meses (hebreos)
después del día de fallecimiento.
Durante ese período deben evitarse
acontecimientos alegres, cenas con
música, teatros y conciertos. Los hijos
deben recitar diariamente el Kadish durante
once meses. Después de finalizar el año,
está prohibido continuar prácticas o
restricciones que indiquen abiertamente
la continuación del duelo y de la pena.
Confortando a las personas en duelo
Las exigencias de confortar o consolar a
una persona en duelo sólo comienza
después del entierro. Hasta ese momento
debe permitirse al doliente dar plena
expresión a su dolor, durante ese
período no debe formularse ninguna
condolencia formal. La práctica seguida
en algunas comunidades de alentar
visitas de condolencia a la familia en
duelo antes del entierro — sea en
su propia residencia o en lugar del
funeral — no está de acuerdo con las
costumbres y los procedimientos judíos.
(Solamente la familia más cercana y los
amigos cuya presencia se requiere para
hacer los arreglos para el funeral o
para otros asuntos, pueden visitar a la
familia de la persona fallecida antes
del funeral.)
Después del sepelio, la primera comida de
las personas en duelo no debe consistir
en su propia comida. Debe ser preparada
para ellos por sus vecinos, amigos y
parientes. Esta práctica se basa en un
pasaje de Ezequiel 24:17 que habla
negativamente de las prácticas de duelo
que entonces prevalecían y dice: “ni
comas el pan del duelo”. De esta manera
se considera como mitzvá para los
vecinos o los amigos de las personas en
duelo prepararles su primera comida.
Esta comida se denomina “Comida de
Consuelo”. De acuerdo a la tradición
ésta incluye huevos duros, alimento que
se convirtió en un símbolo de duelo y
condolencia. La redondez del huevo
simboliza en cierto modo la naturaleza
continua de la vida y quizás también
sugiere que la renovación y la alegría
deben seguir a la desesperación. Aunque
no existen restricciones especiales
vinculadas con esta comida, debe tenerse
cuidado de no convertirla en una reunión
social. Debe comerse en silencio y en
contemplación por respeto a las personas
en duelo. Esta comida no está destinada
a los visitantes.
La comida de consuelo no se sirve si los
dolientes retornan del funeral la tarde
que precede al shabat o a un día de
festividad. Se la sirve en los días
intermedios de Pesaj y Sucot (Jol
hamoed), a pesar de que en ellos no
se observa shivá.
Cuando se entra a una casa en duelo no se
saluda. Es mejor no decir nada ya que
las palabras no pueden expresar de
manera adecuada la profundidad de las
condolencias que la persona quiere
transmitir y lo que se dice es a menudo
superficial. La tradición establece que
el visitante no inicia la conversación
con la persona en duelo, sino que espera
que ésta lo haga.
Es adecuado referirse en la conversación
sobre la persona fallecida, recordarlo y
mencionar las buenas cualidades por las
que fue apreciado. Las personas que
deliberadamente no mencionan a la
persona fallecida, porque creen que de
esa manera evitan causar más dolor al
deudo, no comprenden plenamente la
psicología del dolor. Hablar de
trivialidades durante la visita es mucho
menos confortante y más doloroso para el
doliente que hablar acerca de la persona
fallecida.
Al despedirse de las personas en duelo en
cualquier momento durante la semana de shivá, se
pronuncia la tradicional fórmula de
condolencia:
Hamakom ienajem etjem betoj sheár avelei
Zión virushalayim. Quiera
el Señor consolaros junto con todos los
dolientes de Sión y Jerusalén.
Aunque no es necesario decir nada más que
este voto, pueden agregarse palabras
adicionales de consuelo si una persona
así lo desea y puede hallar las
expresiones adecuadas.