ÉSHET JÁYIL
-Mujer Virtuosa-
(Hebreo)
Éshet jáyil mi imtsá verajok mipeninim mijrá
Bátaj bah leb ba'alah veshalal lo yejsar
Guemalathu tob velo-rá kol yemé jayeha
Dareshá tsémer ufishtim vata'as bejéfets kapeha
Hayetá kahoniyot sojer mimerjak tabí lajmah
Vatákom be'od layla vatitén térej lebetah vejok lena'aroteha
Zamemá sadé vatikajehu miperí japeha nat'a kárem
Jaguerá be'oz motneha vateaméts zero oteha
Ta'amah ki tob sajra lo-ijbé balaila neráh
Yadeha shilejá bakishor vejapeha tamejú fálej
Kapah paresá le'aní veyadeha shilejá laebyón
Lo tira labetah misháleg ki jol betah labush shanim
Marbadim asta-lah shesh veargamán lebusháh
Nodá bashe'arim ba'lah beshibtó im zikné arets
Sadín asetá vatimkor vajagornatená lakena aní
Oz vehadar lebushah vatisjak leyom ajarón
Piha patejá bejojmá vetórat jésed al leshonah
Tsofiyá halijot betáh veléjem atslut lo tojel
Kamu baneha vayasheruha ba'lah vayhalelah
Rabot banot asu jáyil veat alit al kulana
Sheker hajén vehébel hayofi ishá yirat Adonay hi tithalal
Tenu lah miperí yadeha vihaleluha bashe'arim ma'aseha
En Español
ÉSHET JÁYIL
Una mujer virtuosa, ¿quién puede hallar? Es más preciosa que las perlas.
El corazón de su esposo confía en ella; a él no le faltará fortuna.
Ella le prodiga el bien y no el mal, todos los días de su vida.
Ella se procura la lana y el lino, con ahínco hace las labores de sus manos.
Se asemeja a nave de mercaderes, que desde lejos buscan su sustento.
Se levanta de madrugada, proporciona sustento para su familia y alimento a sus doncellas.
Planea un campo y lo compra, con el fruto de sus manos planta una viña.
Ciñe con firmeza sus lomos y da vigor a sus brazos.
Prueba que su mercadería es buena, por lo que su luz no se apagara de noche.
Extiende sus manos a la rueca, con ellas maneja el huso.
Extiende su mano hacia el pobre, sus manos abre al menesteroso.
No temerá por los de su casa a causa de la nieve, pues todos en su familia están vestidos con lana carmesí.
Ella hace sus tapices, sus vestidos son de lino y púrpura.
De renombre es su esposo en la ciudad cuando se sienta entre los ancianos del lugar.
Hace un manto y lo vende, un ceñidor vende al mercader.
Vigor y majestad son sus ropas, y alegre reirá el último día.
Abre su boca con sabiduría, y una enseñanza de bondad tiene en su lengua.
Tiene previstas las necesidades de su casa, y no come el pan perezosamente.
Sus hijos se levantan y la elogian, su esposo, y la alaba
Muchas hijas han alcanzado logros, mas tú a todas sobrepasaste.
Engañoso es el encanto, y vana la hermosura: la mujer temerosa de Dios es digna de elogios
Denle los frutos de su trabajo, y que sea alabada en los portones de las ciudades por sus obras.
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