Devarim Deuteronomio 5

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Devarim
Deuteronomio 5


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Devarim Deuteronomio 5




DEVARIM- DEUTERONOMIO - "Las Palabras"

CAPITULO 5

(fonética sefaradí)



 

5:1       Y llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, oh Israel, los estatutos y los juicios que yo hablo en vuestra presencia hoy, a fin de que los aprendáis y los guardéis para cumplirlos.

Vayikrá Moshé el-kol-Yisra'el vayomer alehem shemá Yisra'el et-hajukim ve'et-hamishpatim asher anojí dover be'ozneyjem hayom ulemadetem otam ushmartem la'asotam.

 

5:2       El Eterno, nuestro Dios, hizo un pacto con nosotros en Jorev.

Adonay Eloheynu karat imanu brit beJorev.

 

5:3       No con nuestros padres hizo este pacto, sino con todos nosotros que estamos aquí vivos este día.

Lo et-avoteynu karat Adonay et-habrit hazot ki itanu anajnu eleh poh hayom kulanu jayim.

 

5:4       Cara a cara habló el Eterno con vosotros en el monte, desde en medio del fuego,

Panim befanim diber Adonay imajem bahar mitoj ha'esh.

 

5:5       estando yo en aquel tiempo entre el Eterno y vosotros para comunicaros la palabra del Eterno, porque tuvisteis miedo del fuego y no subisteis al monte; entonces El me dijo así:

Anojí omed beyn-Adonay uveyneyjem ba'et hahí lehagid lajem et-devar Adonay ki yeretem mipney ha'esh veló-alitem bahar lemor.

 

5:6       Yo soy el Eterno, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.

Anojí Adonay Eloheyja asher hotsetija me'erets Mitsráyim mibeyt avadim.

 

5:7       No tendrás otros dioses delante de Mí.

Lo yihyéh lejá elohim ajerim al-panay.

 

5:8       No harás para ti escultura, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni de lo que está abajo en la tierra, ni de lo que está en las aguas debajo de la tierra;

Lo ta'aséh-lejá fesel kol-temunáh asher bashamáyim mima'al va'asher ba'árets mitájat va'asher bamáyim mitájat la'árets.

 

5:9       no te postrarás ante ellas ni les rendirás culto, porque Yo soy el Eterno, tu Dios, Dios celoso, que visito (reviso) la iniquidad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

Lo-tishtajavéh lahem veló ta'ovdem ki anojí Adonay Eloheyja El kaná poked avón avot al-banim ve'al-shileshim ve'al-ribe'im leson'ay.

 

5:10     y que uso de misericordia hasta con miles (dos mil) de generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos.

Ve'oséh jésed la'alafim le'ohavay uleshomrey mitsvotay.

 

5:11     No jurarás por el nombre del Eterno, tu Dios, en vano, porque no tendrá el Eterno por inocente al que jurare por su nombre en vano.

Lo tisá et-shem-Adonay Eloheyja lashav ki lo yenakéh Adonay et asher-yisá et-shmó lashav.

 

5:12     Guardarás (1) el día del sábado para santificarlo, como el Eterno, tu Dios, te ha ordenado.

Shamor et-yom hashabat lekadshó ka'asher tsiveja Adonay Eloheyja.

 

5:13     Seis días trabajarás y harás toda tu obra;

Sheshet yamim ta'avod ve'asita jol-melajteja.

 

5:14     mas el día séptimo es sábado, (consagrado) al Eterno, tu Dios; no harás en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva; ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna bestia tuya; ni el prosélito que habita dentro de tus ciudades, para que tu esclavo y tu esclava puedan descansar como tu descansas.

Veyom hashvi'i shabat l'Adonay Eloheyja lo ta'aséh kol-melajáh atáh uvinjá-uviteja ve'avdejá va'amateja veshorjá vajamorjá vejol-behemteja vegerjá asher bish'areyjá lema'an yanuaj avdeja va'amatja kamoja.

 

5:15     y recordarás que siervo fuiste en la tierra de Egipto, y que el Eterno, tu Dios, te sacó de allí con poder fuerte y con brazo extendido; por tanto, el Eterno, tu Dios, te ha ordenado que observes el día del sábado.

Vezajarta ki-eved hayita be'erets Mitsráyim vayotsi'aja Adonay Eloheyja misham beyad jazakáh uvizroa netuyáh al-ken tsiveja Adonay Eloheyja la'asot et-yom haShabat.

 

5:16     Honrarás a tu padre y a tu madre, como te ordenó el Eterno, tu Dios, para que se prolonguen tus días y para que te vaya bien sobre la tierra que el Eterno, tu Dios, te da.

Kabed et-avija ve'et-imeja ka'asher tsivjá Adonay Eloheyja lema'an ya'arijún yameyja ulema'án yitav laj al ha'adamáh asher-Adonay Eloheyja noten laj.

 

5:17     No matarás; y no cometerás adulterio; y no hurtarás; y no prestarás falso testimonio contra tu prójimo;

Lo tirtsaj. Veló tin'af. Veló tignov. Veló-ta'aneh vere'aja ed shav.

 

5:18     y no codiciarás la mujer de tu prójimo; y no desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo. (2)

Veló tajmod eshet re'eja veló tit'avéh beyt re'eja sadehu ve'avdó va'amató shoró vajamoró vejol asher lere'eja.

 

5:19     Estas palabras habló el Eterno a toda vuestra asamblea en el monte, desde en medio del fuego, de la nube y de las tinieblas, con gran voz, sin cesar. Y las escribió sobre dos tablas de piedra y me las dio.

Et-hadevarim ha'eleh diber Adonay el-kol-kehaljem bahar mitoj ha'esh he'anán veha'arafel kol gadol veló yasaf vayijtevem al-shney lujot avanim vayitnem elay.

 

5:20     Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz desde en medio de la oscuridad, en tanto que el monte ardía en fuego, os acercasteis a mí todos los cabezas de vuestras tribus, con vuestros ancianos,

Vayehí keshom'ajem et-hakol mitoj hajóshej vehahar bo'er ba'esh vatikrevún elay kol-rashey shivteyjem vezikneyjem.

 

5:21     y dijisteis: He aquí que el Eterno, nuestro Dios, nos ha hecho ver su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz desde en medio del fuego. En este día vimos que Dios habla al hombre y éste sigue viviendo.

Vatomrú hen her'anu Adonay Eloheynu et-kvodó ve'et-godló ve'et-koló shamanu mitoj ha'esh hayom hazeh ra'inu ki-yedaber Elohim et-ha'adam vajay.

 

5:22     Ahora pues, ¿por qué hemos de morir? pues nos consumirá este gran fuego; si continuamos oyendo la voz del Eterno, nuestro Dios, entonces moriremos.

Ve'atáh lamáh namut ki tojlenu ha'esh hagdoláh hazot im-yosfim anájnu lishmoa et-kol Adonay Eloheynu od vamatnu.

 

5:23     Porque ¿cuál es la criatura como nosotros, que haya oído la voz del Dios vivo hablando desde en medio del fuego, y haya seguido viviendo?

Ki mi jol-basar asher shamá kol Elohim jayim medaber mitoj-ha'esh kamonu vayejí.

 

5:24     Llégate tú y oye todo lo que dijere el Eterno, nuestro Dios; luego tú nos dirás todo lo que te dijere el Eterno, nuestro Dios; así nosotros lo oiremos y cumpliremos.

Krav atáh ushamá et kol-asher yomar Adonay Eloheynu ve'at tedaber eleynu et kol-asher yedaber Adonay Eloheynu eleyja veshamanu ve'asinu.

 

5:25     Y oyó el Eterno la voz de vuestras palabras cuando hablasteis conmigo; y me dijo el Eterno: He oído la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han dicho; bien han hablado cuanto te han dicho.

Vayishmá Adonay et-kol divreyjem bedaberjem elay vayomer Adonay elay shamati et-kol divrey ha'am hazeh asher dibrú eleyja heytivu kol-asher diberu.

 

5:26     ¡Ojalá que ellos siguieran teniendo tal corazón, a fin de que me teman y guarden todos mis mandamientos todos los días, para que les vaya bien a ellos y a sus hijos para siempre!

Mi-yitén vehayáh levavam zeh lahem leyir'áh oti velishmor et-kol-mitsvotay kol-hayamim lema'an yitav lahem velivneyhem le'olam.

 

5:27     Anda, diles: Volveos a vuestras tiendas.

Lej emor lahem shuvú lajem le'aholeyjem.

 

5:28     Y tú quédate aquí conmigo y Yo te diré todos los mandamientos, los estatutos y los juicios que les has de enseñar, para que los cumplan en la tierra que les voy a dar para heredarla.

Ve'atáh poh amod imadi va'adabráh eleyja et kol-hamitsváh vehajukim vehamishpatim asher telamdem ve'asu va'árets asher anojí noten lahem lerishtáh.

 

5:29     Y cuidaréis de hacer según os ha ordenado el Eterno, vuestro Dios; no os desviaréis a derecha ni a izquierda.

Ushmartem la'asot ka'asher tsiváh Adonay Eloheyjem etjem lo tasuru yamin usmol.

         

5:30     Por todo el sendero que os ha ordenado el Eterno, vuestro Dios, andaréis, a fin de que viváis y os vaya bien, y prolonguéis(3) los días en la tierra que habéis de heredar.

Bejol-hadérej asher tsiváh Adonay Eloheyjem etjem teleju lema'an tijyún vetov lajem veha'arajtem yamim ba'árets asher tirashún.

 

 

 

א   וַיִּקְרָ֣א משֶׁה֘ אֶל־כָּל־יִשְׂרָאֵל֒ וַיֹּ֣אמֶר אֲלֵהֶ֗ם שְׁמַ֤ע יִשְׂרָאֵל֙ אֶת־הַֽחֻקִּ֣ים וְאֶת־הַמִּשְׁפָּטִ֔ים אֲשֶׁ֧ר אָֽנֹכִ֛י דֹּבֵ֥ר בְּאָזְנֵיכֶ֖ם הַיּ֑וֹם וּלְמַדְתֶּ֣ם אֹתָ֔ם וּשְׁמַרְתֶּ֖ם לַֽעֲשֹׂתָֽם:

ב   יְהֹוָ֣ה אֱלֹהֵ֗ינוּ כָּרַ֥ת עִמָּ֛נוּ בְּרִ֖ית בְּחֹרֵֽב:

ג   לֹ֣א אֶת־אֲבֹתֵ֔ינוּ כָּרַ֥ת יְהֹוָ֖ה אֶת־הַבְּרִ֣ית הַזֹּ֑את כִּ֣י אִתָּ֔נוּ אֲנַ֨חְנוּ אֵ֥לֶּה פֹ֛ה הַיּ֖וֹם כֻּלָּ֥נוּ חַיִּֽים:

ד   פָּנִ֣ים | בְּפָנִ֗ים דִּבֶּ֨ר יְהֹוָ֧ה עִמָּכֶ֛ם בָּהָ֖ר מִתּ֥וֹךְ הָאֵֽשׁ:

ה   אָֽנֹכִ֠י עֹמֵ֨ד בֵּֽין־יְהֹוָ֤ה וּבֵֽינֵיכֶם֙ בָּעֵ֣ת הַהִ֔וא לְהַגִּ֥יד לָכֶ֖ם אֶת־דְּבַ֣ר יְהֹוָ֑ה כִּ֤י יְרֵאתֶם֙ מִפְּנֵ֣י הָאֵ֔שׁ וְלֹֽא־עֲלִיתֶ֥ם בָּהָ֖ר לֵאמֹֽר:

ו   אָֽנֹכִ֖י יְהֹוָ֣ה אֱלֹהֶ֑יךָ אֲשֶׁ֧ר הֽוֹצֵאתִ֛יךָ מֵאֶ֥רֶץ מִצְרַ֖יִם מִבֵּ֥ית עֲבָדִֽים:

ז   לֹא־יִֽהְיֶ֥ה לְךָ֛ אֱלֹהִ֥ים אֲחֵרִ֖ים עַל־פָּנָֽי:

ח   לֹא־תַֽעֲשֶׂ֨ה לְךָ֥ פֶ֨סֶל֙ כָּל־תְּמוּנָ֔ה אֲשֶׁ֤ר בַּשָּׁמַ֨יִם֙ מִמַּ֔עַל וַֽאֲשֶׁ֥ר בָּאָ֖רֶץ מִתָּ֑חַת וַֽאֲשֶׁ֥ר בַּמַּ֖יִם מִתַּ֥חַת לָאָֽרֶץ:

ט   לֹֽא־תִשְׁתַּֽחֲוֶ֥ה לָהֶ֖ם וְלֹ֥א תָֽעָבְדֵ֑ם כִּ֣י אָֽנֹכִ֞י יְהֹוָ֤ה אֱלֹהֶ֨יךָ֙ אֵ֣ל קַנָּ֔א פֹּ֠קֵ֠ד עֲו‍ֹ֨ן אָב֧וֹת עַל־בָּנִ֛ים וְעַל־שִׁלֵּשִׁ֥ים וְעַל־רִבֵּעִ֖ים לְשֽׂנְאָֽי:

י   וְעֹ֥שֶׂה חֶ֖סֶד לַֽאֲלָפִ֑ים לְאֹֽהֲבַ֖י וּלְשֹֽׁמְרֵ֥י מִצְו‍ֹתָֽי (כתיב מצותו) :

יא   לֹ֥א תִשָּׂ֛א אֶת־שֵֽׁם־יְהֹוָ֥ה אֱלֹהֶ֖יךָ לַשָּׁ֑וְא כִּ֣י לֹ֤א יְנַקֶּה֙ יְהֹוָ֔ה אֵ֛ת אֲשֶׁר־יִשָּׂ֥א אֶת־שְׁמ֖וֹ לַשָּֽׁוְא:

יב   שָׁמ֛וֹר אֶת־י֥וֹם הַשַּׁבָּ֖ת לְקַדְּשׁ֑וֹ כַּֽאֲשֶׁ֥ר צִוְּךָ֖ יְהֹוָ֥ה אֱלֹהֶֽיךָ:

יג   שֵׁ֤שֶׁת יָמִים֙ תַּֽעֲבֹ֔ד וְעָשִׂ֖יתָ כָּל־מְלַאכְתֶּֽךָ:

יד   וְיוֹם֙ הַשְּׁבִיעִ֔י שַׁבָּ֖ת לַֽיהֹוָ֣ה אֱלֹהֶ֑יךָ לֹא־תַֽעֲשֶׂ֨ה כָל־מְלָאכָ֜ה אַתָּ֣ה | וּבִנְךָֽ־וּבִתֶּ֣ךָ וְעַבְדְּךָֽ־וַֽאֲמָתֶ֗ךָ וְשֽׁוֹרְךָ֤ וַֽחֲמֹֽרְךָ֙ וְכָל־בְּהֶמְתֶּ֔ךָ וְגֵֽרְךָ֙ אֲשֶׁ֣ר בִּשְׁעָרֶ֔יךָ לְמַ֗עַן יָנ֛וּחַ עַבְדְּךָ֥ וַֽאֲמָֽתְךָ֖ כָּמֽוֹךָ:

יה    וְזָֽכַרְתָּ֗ כִּ֣י עֶ֤בֶד הָיִ֨יתָ֙ בְּאֶ֣רֶץ מִצְרַ֔יִם וַיֹּצִ֨אֲךָ֜ יְהֹוָ֤ה אֱלֹהֶ֨יךָ֙ מִשָּׁ֔ם בְּיָ֥ד חֲזָקָ֖ה וּבִזְרֹ֣עַ נְטוּיָ֑ה עַל־כֵּ֗ן צִוְּךָ֙ יְהֹוָ֣ה אֱלֹהֶ֔יךָ לַֽעֲשׂ֖וֹת אֶת־י֥וֹם הַשַּׁבָּֽת:

יו    כַּבֵּ֤ד אֶת־אָבִ֨יךָ֙ וְאֶת־אִמֶּ֔ךָ כַּֽאֲשֶׁ֥ר צִוְּךָ֖ יְהֹוָ֣ה אֱלֹהֶ֑יךָ לְמַ֣עַן | יַֽאֲרִיכֻ֣ן יָמֶ֗יךָ וּלְמַ֨עַן֙ יִ֣יטַב לָ֔ךְ עַ֚ל הָֽאֲדָמָ֔ה אֲשֶׁר־יְהֹוָ֥ה אֱלֹהֶ֖יךָ נֹתֵ֥ן לָֽךְ:

יז   לֹ֥א תִרְצַ֖ח ס וְלֹ֣א תִנְאָ֑ף ס וְלֹ֣א תִגְנֹ֔ב ס וְלֹא־תַֽעֲנֶ֥ה בְרֵֽעֲךָ֖ עֵ֥ד שָֽׁוְא:

יח   וְלֹ֥א תַחְמֹ֖ד אֵ֣שֶׁת רֵעֶ֑ךָ ס וְלֹ֨א תִתְאַוֶּ֜ה בֵּ֣ית רֵעֶ֗ךָ שָׂדֵ֜הוּ וְעַבְדּ֤וֹ וַֽאֲמָתוֹ֙ שׁוֹר֣וֹ וַֽחֲמֹר֔וֹ וְכֹ֖ל אֲשֶׁ֥ר לְרֵעֶֽךָ:

יט   אֶת־הַדְּבָרִ֣ים הָאֵ֡לֶּה דִּבֶּר֩ יְהֹוָ֨ה אֶל־כָּל־קְהַלְכֶ֜ם בָּהָ֗ר מִתּ֤וֹךְ הָאֵשׁ֙ הֶֽעָנָ֣ן וְהָֽעֲרָפֶ֔ל ק֥וֹל גָּד֖וֹל וְלֹ֣א יָסָ֑ף וַיִּכְתְּבֵ֗ם עַל־שְׁנֵי֙ לֻחֹ֣ת אֲבָנִ֔ים וַיִּתְּנֵ֖ם אֵלָֽי:

כ   וַיְהִ֗י כְּשָׁמְעֲכֶ֤ם אֶת־הַקּוֹל֙ מִתּ֣וֹךְ הַח֔שֶׁךְ וְהָהָ֖ר בֹּעֵ֣ר בָּאֵ֑שׁ וַתִּקְרְב֣וּן אֵלַ֔י כָּל־רָאשֵׁ֥י שִׁבְטֵיכֶ֖ם וְזִקְנֵיכֶֽם:

כא   וַתֹּֽאמְר֗וּ הֵ֣ן הֶרְאָ֜נוּ יְהֹוָ֤ה אֱלֹהֵ֨ינוּ֙ אֶת־כְּבֹד֣וֹ וְאֶת־גָּדְל֔וֹ וְאֶת־קֹל֥וֹ שָׁמַ֖עְנוּ מִתּ֣וֹךְ הָאֵ֑שׁ הַיּ֤וֹם הַזֶּה֙ רָאִ֔ינוּ כִּֽי־יְדַבֵּ֧ר אֱלֹהִ֛ים אֶת־הָֽאָדָ֖ם וָחָֽי:

כב   וְעַתָּה֙ לָ֣מָּה נָמ֔וּת כִּ֣י תֹֽאכְלֵ֔נוּ הָאֵ֥שׁ הַגְּדֹלָ֖ה הַזֹּ֑את אִם־יֹֽסְפִ֣ים | אֲנַ֗חְנוּ לִ֠שְׁמֹ֠עַ אֶת־ק֨וֹל יְהֹוָ֧ה אֱלֹהֵ֛ינוּ ע֖וֹד וָמָֽתְנוּ:

כג   כִּ֣י מִ֣י כָל־בָּשָׂ֡ר אֲשֶׁ֣ר שָׁ֣מַ֥ע קוֹל֩ אֱלֹהִ֨ים חַיִּ֜ים מְדַבֵּ֧ר מִתּֽוֹךְ־הָאֵ֛שׁ כָּמֹ֖נוּ וַיֶּֽחִי:

כד   קְרַ֤ב אַתָּה֙ וּֽשֲׁמָ֔ע אֵ֛ת כָּל־אֲשֶׁ֥ר יֹאמַ֖ר יְהֹוָ֣ה אֱלֹהֵ֑ינוּ וְאַ֣תְּ | תְּדַבֵּ֣ר אֵלֵ֗ינוּ אֵת֩ כָּל־אֲשֶׁ֨ר יְדַבֵּ֜ר יְהֹוָ֧ה אֱלֹהֵ֛ינוּ אֵלֶ֖יךָ וְשָׁמַ֥עְנוּ וְעָשִֽׂינוּ:

כה   וַיִּשְׁמַ֤ע יְהֹוָה֙ אֶת־ק֣וֹל דִּבְרֵיכֶ֔ם בְּדַבֶּרְכֶ֖ם אֵלָ֑י וַיֹּ֨אמֶר יְהֹוָ֜ה אֵלַ֗י שָׁ֠מַ֠עְתִּי אֶת־ק֨וֹל דִּבְרֵ֜י הָעָ֤ם הַזֶּה֙ אֲשֶׁ֣ר דִּבְּר֣וּ אֵלֶ֔יךָ הֵיטִ֖יבוּ כָּל־אֲשֶׁ֥ר דִּבֵּֽרוּ:

כו   מִֽי־יִתֵּ֡ן וְהָיָה֩ לְבָבָ֨ם זֶ֜ה לָהֶ֗ם לְיִרְאָ֥ה אֹתִ֛י וְלִשְׁמֹ֥ר אֶת־כָּל־מִצְו‍ֹתַ֖י כָּל־הַיָּמִ֑ים לְמַ֨עַן יִיטַ֥ב לָהֶ֛ם וְלִבְנֵיהֶ֖ם לְעֹלָֽם:

כז   לֵ֖ךְ אֱמֹ֣ר לָהֶ֑ם שׁ֥וּבוּ לָכֶ֖ם לְאָֽהֳלֵיכֶֽם:

כח   וְאַתָּ֗ה פֹּה֘ עֲמֹ֣ד עִמָּדִי֒ וַֽאֲדַבְּרָ֣ה אֵלֶ֗יךָ אֵ֧ת כָּל־הַמִּצְוָ֛ה וְהַֽחֻקִּ֥ים וְהַמִּשְׁפָּטִ֖ים אֲשֶׁ֣ר תְּלַמְּדֵ֑ם וְעָשׂ֣וּ בָאָ֔רֶץ אֲשֶׁ֧ר אָֽנֹכִ֛י נֹתֵ֥ן לָהֶ֖ם לְרִשְׁתָּֽהּ:

כט   וּשְׁמַרְתֶּ֣ם לַֽעֲשׂ֔וֹת כַּֽאֲשֶׁ֥ר צִוָּ֛ה יְהֹוָ֥ה אֱלֹֽהֵיכֶ֖ם אֶתְכֶ֑ם לֹ֥א תָסֻ֖רוּ יָמִ֥ין וּשְׂמֹֽאל:

ל   בְּכָל־הַדֶּ֗רֶךְ אֲשֶׁ֨ר צִוָּ֜ה יְהֹוָ֧ה אֱלֹֽהֵיכֶ֛ם אֶתְכֶ֖ם תֵּלֵ֑כוּ לְמַ֤עַן תִּֽחְיוּן֙ וְט֣וֹב לָכֶ֔ם וְהַֽאֲרַכְתֶּ֣ם יָמִ֔ים בָּאָ֖רֶץ אֲשֶׁ֥ר תִּֽירָשֽׁוּן:

 

 

 

 

Comentario:

 

1

En esta parashá, Moisés menciona los diez mandamientos con ligeras modificaciones en relación a los que proclamó el Eterno en el monte de Sinaí, pero en el cuarto mandamiento, en lugar de Zajor et yom hashabat lekadeshó (recordarás el día de sábado para santificarlo), dijo: Shamor, etc. (guardarás el día de sábado para santificarlo). El Talmud afirma que no fue Moisés quien cambió la palabra zajor por shamor, sino que Dios había pronunciado las dos palabras de una sola vez, lo que constituye un milagro incomprensible para el ser humano. Haciendo alusión a esto, el poeta Shelomó Haleví el Kabetz dice en su famosa poesía Leja Dodí, que se canta en el ritual del viernes por la noche: Shamor vezajor bedibur ejad, hishmianu El hameyujad (guardar y observar (el sábado) nos hizo oír el Dios único en una sola palabra). Los preceptos negativos del Decálogo no deberán ser traducidos sino en futuro simple: "no matarás, no robaras", etc. No se trata de una ley, una disposición, un "imperativo" que el hombre debe cumplir, sino de una educación integral en la que el precepto se convierte en parte natural de su personalidad, y que el hombre observa instintivamente. Nuestra fe nos ordena creer que estos sublimes mandamientos fueron dictados por inspiración divina. En realidad, si no procedieran de las alturas, no habrían existido desde hace más de tres mil años hasta hoy, contribuyendo a la moralización, progreso y ennoblecimiento de casi toda la familia humana.

 

 

2

Es especialmente interesante el décimo mandamiento, que siendo el último ocupa una posición destacada y constituye un ejemplo único en su categoría. Se pueble argumentar que envidiando a nuestro prójimo no le hacemos ningún mal; al contrario, a muchos les gusta ser envidiados. Pero esta envidia aparentemente inofensiva, constituye muchas veces el principio de todos los males cuando el hombre se deja dominar por ella; es la raíz del robo, del adulterio y hasta del asesinato. Consiguiendo vencer la envidia, el hombre jamás se dejará arrastrar por el pecado.

 

 

3

Las leyes de la Torah hacen que la vida del hombre sea armoniosa, ordenada y honrada. Son la fuente de la verdadera dicha, tanto en la familia como en la sociedad; contribuyen a preservar la salud física y moral, y por consiguiente a prolongar la vida. Estos mandamientos hacen que el israelita, en todos los actos de su vida, cumpla con su deber, con su dignidad humana, y ocupe su lugar en la escala de la Creación, que le elevará desde la tierra a las regiones del espíritu. La eficiencia de estos mandamientos queda demostrada por la misma existencia del pueblo israelita, que habiendo estado privado por tantos años de toda fuerza material, dispersado y perseguido en casi todos los países del mundo, sobrevive hasta hoy, lo que no aconteció con otros pueblos a pesar de todos sus ejércitos y poderes políticos y sociales. "El Eterno, queriendo favorecer a Israel, dio a éste leyes y mandamientos en gran número" (Macot 23:).

 

 

 

 




 

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