Cómo afecta el envejecimiento a la concentración
Cómo afecta el envejecimiento a la
concentración
Así como quizás no
corras tan rápido ni saltes tan alto
como en la adolescencia, el poder
cognitivo de tu cerebro —es decir, tu
capacidad para aprender, recordar y
resolver problemas— disminuye con la
edad.
Puede que te resulte
más difícil recordar datos que antes te
resultaban familiares o dividir tu
atención entre dos o más actividades o
fuentes de información. Estos cambios
afectan tu capacidad de concentración,
por lo que podrías distraerte con más
facilidad que cuando eras más joven.
Consigue tu ejemplar de Mejorar la
Concentración y la Concentración (En
Ingles)
Esta guía
instructiva de la Facultad de Medicina
de Harvard ofrece estrategias prácticas,
comprobadas y de sentido común para
recuperar la concentración y mantener el
cerebro alerta y en forma. Mejorar el
Enfoque y la Concentración aborda cuatro
factores que dificultan la concentración
y que puedes controlar.
Descubrirás por qué
la multitarea puede erosionar la memoria
y aprenderás maneras de darle a tu
cerebro el tiempo de inactividad
esencial. También aprenderás qué puedes
hacer para mejorar la función y la
velocidad cognitivas.
La pérdida auditiva
que suele acompañar al envejecimiento
dificulta la comprensión del habla en
entornos ruidosos. Dado que la audición
requiere mayor concentración de lo
habitual, incluso una pérdida leve de la
capacidad de enfoque puede afectar la
comprensión del habla.
La mayoría de las
personas empiezan a notar cambios al
llegar a los 50 y 60 años. Aunque estos
cambios pueden causar consternación, la
mayoría de los problemas de memoria y
pensamiento relacionados con la edad no
se deben a una enfermedad cerebral
subyacente como el Alzheimer.
En cambio, lo que
parece ser un problema de memoria puede
reflejar simplemente una velocidad de
procesamiento más lenta y una
codificación y recuperación deficientes
de nuevos recuerdos como resultado de
una menor atención. Sin embargo, aunque
el cerebro pueda ser más lento para
aprender y recordar nueva información,
la capacidad para comprender lo que se
sabe y formular argumentos y juicios
razonables permanece intacta.
Muchas de estas
limitaciones son reversibles y están
relacionadas con la falta de sueño, pero
los cambios estructurales que se
producen en el cerebro a medida que se
envejece también pueden explicar algunos
de estos cambios.
Las regiones
cerebrales implicadas en el
procesamiento de la memoria, como el
hipocampo y, en especial, los lóbulos
frontales, experimentan cambios
anatómicos y neuroquímicos con el
tiempo.
El resultado es que,
a medida que envejecemos, tardamos más
en absorber, procesar y recordar
información nueva.
La pérdida natural
de receptores y neuronas que se produce
con el envejecimiento también puede
dificultar la concentración. Por lo
tanto, no solo aprendemos la información
más lentamente, sino que también podemos
tener más dificultades para recordarla
porque no la aprendimos completamente
desde el principio.
Con un procesamiento
más lento, los datos almacenados en la
memoria de trabajo pueden disiparse
antes de que tengamos la oportunidad de
resolver un problema.
Además, la capacidad
para realizar tareas que implican la
función ejecutiva disminuye con la edad.
Muchas personas aprenden a compensar
estos cambios recurriendo a los hábitos
la mayor parte del tiempo y dedicando un
esfuerzo adicional a concentrarse en la
nueva información que intentan aprender.
Incluso los dolores
y molestias del envejecimiento pueden
afectar la concentración. El dolor en sí
mismo distrae, y algunos de los
medicamentos utilizados para tratarlo
también pueden afectar la concentración.
Para obtener más
información sobre cómo superar las
distracciones y encontrar el enfoque,
consulte Mejorar la concentración y el
enfoque, una guía en línea de la
Facultad de Medicina de Harvard.
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