Organizacion Sin Animo de Lucro
Adscrita al Judaismo Ortodoxo Moderno
Desde Monsey, New York
aliyot shemot beshalaj
Aliyot Shemot Beshalaj
Para Leer en Shabbat
Shemot - Exodo- Capítulo 13: 17 al 17:16
Por Eliyahu BaYonah Ben Yossef, Director Shalom Haverim Org.
New York
Aliyot es el plural hebreo de Aliá o Aliyá
que significa "subir". Cada vez que una persona - Olé- sube a la
Bimá debe recitar la Braja -Bendicion- antes de comenzar
el Baal Koréh -בעל
קורא - la Lectura y al cerrar la misma. Esto se
hace cada vez que el Baal Koréh lee la Porción -Parashá-
correspondiente.
El Maftir es la última persona que se llama
a la Bimá y es invitada a leer la porción de la Haftará -Profetas-
Esta es la Brajá
de la Lectura de la Toráh:
Barejú et Adonai hamevoraj. |
¡Bendecid al
Eterno, el Bendito! |
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Baruj Adonay hamevoraj le'olam va'ed. |
Bendito es el
Eterno, el Bendito para siempre. |
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Baruj atáh Adonay Eloheynu melej ha'olam, asher bajar banu
mikol-ha'amim, venatan lanu et-torato. |
Bendito seas
Tu, oh Eterno nuestro Dios, Rey del universo que nos
elegiste entre todos los pueblos y nos diste Tu Toráh,
Bendito seas, oh Eterno, que nos concediste la Toráh. |
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Bendito seas,
oh Eterno, que nos concediste la Toráh.
AMEN |
Al terminar la Porcion debe leer esta Braja:
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Bendito seas Tu oh Eterno
nuestro Dios, Rey del Universo que nos diste (Tu Torah), la
Toráh de la Verdad, e implantaste en nosotros la Vida
Eterna. |
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Bendito seas, oh Eterno,
que nos concediste la Toráh.
(TODOS DICEN AMEN) |
Beshalaj |
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E hizo Dios que el pueblo diese vuelta por el camino
del desierto hacia el mar Rojo. Y los hijos de Israel
subieron armados de la tierra de Egipto. |
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Y tomo Moisés consigo los
huesos de José, el cual había juramentado rigurosamente a los hijos
de Israel diciendo: "Ciertamente os visitará Dios y haréis
subir mis
huesos de aquí con vosotros". |
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Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, al extremo
del desierto. |
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Y el Eterno iba al frente de ellos, de día en una
columna de nube para guiarlos en el camino, y de noche en
una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que
anduviesen de día y de noche. |
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No se apartaba la columna de nube de día, ni la
columna de fuego de noche, delante del pueblo. |
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Y habló el Eterno a Moisés, diciendo: |
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Habla a los hijos de Israel para que vuelvan y
acampen delante de Pi Hajirot, entre Migdol y el mar,
enfrente de Baal Tzefón; frente a él acamparéis, junto al
mar, |
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para que el Faraón diga de los hijos de Israel: Están
descarriados en el país, los tiene encerrados "el desierto. |
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Y Yo endureceré el corazón del Faraón de manera que
los persiga, y seré honrado por medio del Faraón y de todo
su ejército; y sabrán los egipcios que Yo soy el Eterno.
Y ellos lo hicieron así. |
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Y fue dado aviso al rey de Egipto de que había huído
el pueblo, y se mudó el corazón del Faraón y de sus siervos
acerca del pueblo, de modo que dijeron: ¿Qué es esto que
hemos hecho, dejando ir a Israel para que dejase de
servirnos? |
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Y unció el Faraón su carro y tomó consigo a su
pueblo. |
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Tomó también seiscientos carros escogidos, y todos
los carros de Egipto, con capitanes sobre todos ellos. |
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Y el Eterno endureció el corazón del Faraón, rey de
Egipto, de modo que persiguió a los, hijos de Israel; y los
hijos de Israel salieron osadamente. |
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SEGUNDA ALIA |
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Y el Faraón se acercó; y alzaron los hijos de Israel
sus ojos y he aquí que los egipcios venían marchando tras
ellos. Y temieron mucho, y clamaron los hijos de Israel al
Eterno. |
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Y dijeron a Moisés: ¿Acaso por no haber sepulturas en
Egipto nos trajiste acá para morir en el desierto?
¿Que has hecho de nosotros sacándonos de Egipto? |
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Ciertamente esto es lo que te hablamos en Egipto
diciendo: Déjanos para que sirvamos a los egipcios. Porque
mejor es para nosotros servir a los egipcios que morir en el
desierto. |
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Y dijo Moisés al pueblo: No temáis, permaneced firmes
y ved la salvación que el Eterno obrará para vosotros hoy;
porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más los
volveréis a ver. |
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El eterno peleará por vosotros y vosotros
guardaréis silencio. |
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TERCERA ALIA |
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Mas tu, alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar
y hiéndelo, para que vayan los hijos de Israel por en medio
del mar, en seco. |
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Y Yo, he aquí que endureceré el corazón de los
egipcios para que entren atrás de ellos, y seré glorificado
por medio del Faraón y de todo su ejército, y de sus carros
y de sus jinetes. |
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Y sabrán los egipcios que Yo soy el Eterno al ser
glorificado por medio del Faraón, sus carros y sus jinetes. |
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Y el ángel del Eterno que iba delante de las huestes
de Israel, se apartó de allí y se fue tras ellos; se apartó
también la columna de nube delante de ellos, y se puso
detrás de ellos. |
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De manera que se colocó entre el campamento de los
egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas
(para los egipcios), mas alumbraba (la columna de fuego para
Israel) de noche; de modo que no se acercaron los unos a los
otros en toda la noche. |
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Y extendió Moisés su mano sobre el mar y empujó el
Eterno al mar, con un fuerte viento oriental, toda aquella
noche, y convirtió el mar en tierra seca, y fueron hendidas
las aguas. |
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Y entraron los hijos de Israel por en medio dio del
mar, en seco, y las aguas eran para ellos como una muralla a
su derecha y a su izquierda. |
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Y siguieron los egipcios a su alcance, y entraron
tras ellos todos los caballos del Faraón, sus carros y sus
jinetes, hasta en medio del mar. |
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Mas aconteció a la
vigilia de la mañana, que dirigió el Eterno una mirada hacia
el ejercito de los egipcios, por medio de las columnas de
fuego y de nube, y confundió al ejército de los egipcios. |
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Y quitó las ruedas de sus carros, de manera que los
hizo avanzar con dificultad. Entonces dijeron los egipcios:
¡Huyamos de la presencia de Israel, porque el Eterno pelea
por ellos contra los egipcios! |
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CUARTA ALIA |
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Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al romper
la mañana se volvió el mar a su estado de fuerza; y los
egipcios huyeron hacia el otro lado del mar), y así envolvió
el Eterno a los egipcios en medio del mar. |
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Y volvieron las aguas y cubrieron los carros y los
jinetes de todo el ejército del Faraón que habían entrado
tras ellos en el mar; de modo que no quedó de ellos ni
siquiera uno. |
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Mas los hijos de Israel anduvieron en seco por medio
del mar, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su
izquierda. |
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Y salvó el Eterno en aquel día a Israel de mano de
los egipcios; y vio Israel a los egipcios muertos sobre la
orilla del mar. |
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Y vio Israel el gran poder que ejerció el Eterno
contra los egipcios, y temió el pueblo al Eterno, y creyeron
en el Eterno y en Moisés, su siervo. |
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Entonces cantaron Moisés y los hijos de Israel este
cántico al Eterno, y dijeron así: ¡Cantaré al Eterno, porque
se ha ensalzado grandemente! ¡Al caballo y a su jinete ha
arrojado en la mar! |
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Mi fuerza y mi canción es el Eterno. El fue mi
salvación y yo le haré una morada. El es el Dios de mi padre
y le ensalzaré. |
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El Eterno es varón de guerra.
¡Eterno es su nombre! |
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Los carros del Faraón y su ejército El ha arrojado en
la mar; y sus capitanes más escogidos fueron hundidos en el
mar Rojo. |
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Los abismos los cubrieron; descendieron a las
profundidades como una piedra. |
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Tu diestra, oh Eterno, es poderosa en fuerza; tu
diestra, oh Eterno, quebranta al enemigo. |
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Y en la grandeza de tu majestad derribas a los que se
levantan contra Ti; envías tu ira que los consume como
rastrojo. |
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Y con el soplo de las ventanas de tu nariz se
amontonaron las aguas, se alzaron las corrientes como en
montón; se cuajaron los abismos en el corazón del mar. |
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Dijo el enemigo: ¡Perseguiré, alcanzaré, repartiré,
se henchirá de ellos mi alma.
¡Desenvainaré mi espada, mi
poder los debilitará! |
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Mas Tú soplaste con tu viento y los cubrió el mar. ¡Se
hundieron como plomo en las poderosas aguas! |
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¿Quién como Tú entre los fuertes, oh Eterno? ¿Quién
como Tú, fuerte en santidad, reverenciado en alabanzas,
hacedor de maravillas? |
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¡Extendiste tu diestra y los tragó la tierra! |
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Guiaste con tu merced al pueblo al cual redimiste; lo
condujiste con tu poder a tu santa morada. |
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Oyeron los pueblos y se estremecieron. ¡Congoja se
apoderó de los habitantes de Filistea! |
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Entonces fueron turbados los caudillos de Edom; los
poderosos de Moav, estremecimiento se apoderó de ellos; se
derritieron todos los moradores de Canaán. |
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Cayeron sobre ellos miedo y pavor. Por la grandeza de
tu brazo enmudecieron como una piedra, hasta que pasó tu
pueblo, oh Eterno, hasta que pasó el pueblo que Tú mimaste. |
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Los traerás y los plantarás en el monte de tu
herencia, lugar que preparaste para tu misma habitación, oh
Eterno; en el santuario, Eterno, que establecieron tus
manos. |
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¡Eterno reinará para siempre y siempre! |
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Cuando los caballos del Faraón y sus carros y sus
jinetes entraron en el mar, el Eterno hizo volver sobre
ellos las aguas del mar; pero los hijos de Israel anduvieron
en seco por en medio dio del mar. |
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Y Miriam la profetisa, hermana de Aarón, tomó un
pandero en su mano, y salieron todas las mujeres tras ella,
con panderos y con danzas. |
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Y Miriam respondió al canto de ellas: ¡Cantad al
Eterno porque se ha ensalzado grandemente! ¡Al caballo y a
su jinete arrojó en la mar! |
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Y Moisés condujo a los hijos de Israel del mar Rojo,
y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días en el
desierto y no encontraron agua. |
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Y llegaron a Mará; mas no pudieron beber agua de
Mará, porque era amarga; por tanto le pusieron el nombre de
Mará. |
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Y se quejó el pueblo contra Moisés diciendo: ¿Qué
beberemos? |
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Y él clamó al Eterno, y le mostró el Eterno un árbol
y lo arrojó a las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí
impuso (Dios al pueblo) estatutos y juicios, y allí lo
probó. |
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Y El dijo: Si oyeres atentamente la voz del Eterno,
tu Dios, e hicieres lo que es recto a sus ojos, y prestares
oídos a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos,
entonces no enviaré sobre ti ninguna enfermedad de las que
envié, sobre los egipcios |
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QUINTA ALIA |
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Y partieron de Elim y llegó toda la congregación de
los hijos de Israel al desierto de Sin, que está entre Elim
y Sinay, a los quince días del segundo mes de su salida de
la tierra de Egipto. |
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Y se quejó toda la congregación de los hijos de
Israel contra Moisés y Aarón, en el desierto; |
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y les dijeron los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos
muerto a manos del Eterno en la tierra de Egipto, cuando
estábamos sentados
junto a la olla de carne, y
cuando comíamos pan hasta hartamos; porque nos habéis sacado
a este desierto para matar |
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Y dijo el Eterno a Moisés: He aquí que haré llover
sobre vosotros pan desde el cielo; y saldrá el pueblo y
recogerá diariamente la porción de un día, para que Yo
pruebe si anda en mi ley o no. |
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Y sucederá que en el día sexto, cuando preparen lo
que van a traer, será el doble de lo que suelen recoger cada
día. |
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Y Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel:
A la tarde conoceréis que el Eterno es quien os sacó de la
tierra de Egipto, |
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y por la mañana veréis la gloria del Eterno, porque
El oye vuestras murmuraciones contra el Eterno; pues en
cuanto a nosotros ¿qué somos para que os quejéis contra
nosotros? |
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Y dijo Moisés: (Esto sucederá) cuando a la tarde el
Eterno os diere a comer carne, y por la mañana pan hasta
hartaros, porque el Eterno ha oído vuestras quejas con que
os quejáis contra El. Y ¿qué somos nosotros? Vuestras quejas
no son contra nosotros, sino contra
el Eterno. |
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Y dijo Moisés a Aarón: Di a toda la congregación de
los hijos de Israel: "Acercaos a la presencia del Eterno,
porque El ha oído vuestras quejas". |
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Y sucedió que cuando hablaba Aarón a toda la
congregación de los hijos de Israel, volvieron el rostro
hacia el desierto;, y he aquí que la gloria del Eterno
apareció en una nube. |
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SEXTA ALIA |
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Oí las quejas de los hijos de Israel; háblales
diciendo: "A la caída de la tarde comeréis carne, y por la
mañana os hartaréis de pan, y sabréis que Yo soy el Eterno,
vuestro Dios". |
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Y sucedió que a la tarde subieron las codornices y
cubrieron el campamento; por la mañana había una capa de
rocío alrededor del campamento. |
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Y cuando se evaporó la capa de rocío, he aquí sobre
la faz del desierto una cosa fina, descubierta, fina como la
escarcha, sobre la tierra. |
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Y vieron los hijos de Israel y se dijeron el uno al
otro: ¿Qué es esto?, pues no sabían qué era. Entonces les
dijo Moisés: Este
es el pan que el Eterno os ha dado para comer. |
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Esta es la cosa que ha ordenado el Eterno: Recoged de
ello cada uno según lo que pueda comer, un
ómer por cabeza conforme al número de vuestras personas;
lo tomaréis cada uno para los que están en su tienda. |
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Y lo hicieron así los hijos de Israel, y recogieron
unos más, otros menos (conforme al número de las personas). |
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Y cuando lo midieron con el ómer nada tenía de más el
que recogió mucho, y al que recogió poco nada le faltaba;
cada uno había recogido según lo que podía comer. |
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Y Moisés les dijo: Nadie deje sobras de ello hasta la
mañana. |
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Y no escucharon a Moisés y algunos dejaron de ello
hasta la mañana, y crió gusanos y hedió.
Y se indignó contra ellos
Moisés. |
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De esta manera lo recogían todas las mañanas, cada
uno según lo que podía comer; mas en calentando el sol se
derretía. |
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Y sucedió que el día sexto recogieron doble cantidad
de pan, dos ómer para cada persona. Entonces todos los
príncipes de la congregación vinieron y se lo avisaron a
Moisés. |
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Y el respondió: Esto es lo que ha dicho el Eterno:
"Mañana es día de descanso, sábado santo consagrado al
Eterno; lo que habéis de cocer, cocedlo, y lo que habéis de
guisar, guisadlo; y todo lo que sobre ponedlo aparte para
vosotros, guardándolo hasta mañana. |
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Y ellos lo pusieron aparte hasta la mañana como se lo
había mandado Moisés, y no hedió ni hubo en ello gusano. |
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Dijo entonces Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es
sábado para el Eterno; hoy no lo hallaréis en el campo. |
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Seis días lo recogeréis, mas en el séptimo día, que
es sábado, no lo habrá en él. |
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Pero aconteció en el día séptimo que salieron algunos
del pueblo para recogerlo y no lo hallaron. |
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Dijo pues el Eterno a Moisés: ¿Hasta cuándo
rehusaréis guardar mis mandamientos y mis leyes? |
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He aquí que el Eterno os ha dado el sábado; por tanto
en el sexto día os da el pan de dos días. Estése cada hombre
en su estancia; no salga nadie de su lugar en el día
séptimo. |
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Y holgó el pueblo en el
día séptimo. |
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Y la casa de Israel lo nombró man (maná); y era como
simiente de cilantro, blanca; y su sabor era como de buñuelo
con miel. |
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Y dijo Moisés: Esto es lo que ha ordenado el Eterno:
Llenad un ómer de él y guárdese para vuestras generaciones
venideras, a fin de que vean el pan que os di a comer en el
desierto, cuando os saqué de la tierra de Egipto. |
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Y dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella
el contenido de un omer de maná, y ponlo delante del Eterno
a fin de guardarlo para vuestras generaciones venideras. |
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Y Aarón lo puso delante del Testimonio para
guardarlo, así como el Eterno lo ordenó a Moisés. |
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Y los hijos de Israel comieron el maná cuarenta años,
hasta que llegaron a tierra habitada; el maná comieron hasta
que entraron en los confines de la tierra de Canaán. |
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El ómer es la décima parte de la efá. |
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SEPTIMA ALIA |
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Y el pueblo altercó con Moisés diciendo: ¡Dadnos agua
para que bebamos! Y les dijo Moisés: ¡Por qué altercáis
conmigo? ¿Por qué probáis al Eterno? |
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Allí pues padeció el pueblo por la falta de agua, y
se quejó el pueblo contra Moisés y dijo: ¿Por qué nos has
hecho subir de Egipto para matamos de sed a mí y a mis hijos
y a mis ganados? |
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Y clamó Moisés al Eterno diciendo: ¿Qué he de hacer
con este pueblo?
Un poco más y me apedrearán. |
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Y dijo el Eterno a Moisés: Pasa delante del pueblo y
toma contigo de los ancianos de Israel, y tu vara con que
heriste el río la tomarás en tu mano, y anda. |
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He aquí que Yo estaré enfrente de ti, allí sobre la
peña en Horev; y herirás la peña y saldrán de ella aguas, y
el pueblo beberá. E hizo así Moisés a ojos de los ancianos
de Israel. |
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Y llamó el nombre de aquel lugar Massá y Merivá, por
razón del altercado de los hijos de Israel, y por haber
ellos probado al Eterno diciendo: ¿Está el Eterno en medio
de nosotros o no? |
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Y vino
Amalec y peleó contra Israel en Refidim. |
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Y Moisés dijo a Josué (Yehoshúa): Escoge hombres para
nosotros y sal y pelea contra Amalec. Mañana yo estaré en
pie sobre la cima de la colina, y la vara de Dios estará en
mi mano. |
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E hizo Josué como le había dicho Moisés, y peleó
contra Amalec. Y Moisés y Aarón y Jur subieron a la cima de
la colina. |
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Y aconteció que mientras Moisés tenía alzada su mano
vencía Israel, mas siempre que bajaba su mano vencía Amalec. |
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Pero las manos de Moisés estaban pesadas (cansadas),
por lo cual tomaron una piedra y se la pusieron debajo,
sentándose él sobre ella, en tanto que Aarón y Jur le
sostenían las manos, el uno de una parte y el otro de la
otra; de esta suerte estuvieron firmes sus manos hasta el
ocultamiento del sol. |
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Y Josué debilitó a Amalec y a su pueblo a filo de
espada. |
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ULTIMA ALIA |
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Y edificó Moisés un altar, y le puso por nombre "El
Eterno me hizo aquí milagros". |
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Y dijo: El Eterno levantó su mano y juró sobre su
trono que el Eterno tendrá guerra con Amalec de generación
en generación. |
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NOTAS
EXPLICATORIAS:
El más próximo
Por el camino de la Filistea los israelitas podían llegar a Canaán,
caminando normalmente, en once días, pero viendo Dios que no estaban
preparados para constituir un pueblo bien disciplinado, con sus
leyes y estatutos, les guió por un camino opuesto, a fin de
entrenarles espiritualmente antes de ocupar la Tierra Prometida.
Los huesos de José
Al salir de Egipto Moisés, en lugar de ocuparse de sus propias
necesidades, se preocupó de llevar consigo los huesos de José.
Cumplir las últimas voluntades del que muere es en el judaísmo uno
de los más piadosos deberes humanos.
Mis huesos de aquí con
vosotros
El Midrash (Yalcut 227) cuenta cómo pudo Moisés descubrir el lugar
donde estaban los restos de José. Séraj, hija de Asher (ver Génesis
46, 17), había sobrevivido a la generación de José. Esta contó a
Moisés que los egipcios habían tirado el ataúd de José al lado del
Nilo, para que las aguas fueran benditas. Moisés fue entonces a la
orilla del Nilo y llamó: ¡José! ¡La hora de la liberación llegó ya!
Queremos cumplir el juramento que hiciste a nuestros padres, el de
llevar tus huesos con nosotros. ¡No hagas por tu causa demorar
nuestra redención! De repente, ¡oh milagro!, el ataúd de José
emergió a la superficie. Y así tomó Moisés los huesos de José con él
(verso 19).
Vosotros guardaréis
silencio
Estas palabras quieren decir también: Dios os dará pan, pero
vosotros deberéis primero arar la tierra.
Por qué clamas a mí?
El Midrash cuenta que cuando los hebreos se enfrentaban a esta
situación desesperada, el mar Rojo ante ellos y a sus espaldas los
egipcios despiadados, Moisés invocó la protección de Dios, pero el
Todopoderoso le respondió: ¿Cómo? ¿Mis hijos están en situación
angustiosa y tú oras? Existen circunstancias para orar y otras para
obrar. Di a los hijos de Israel que marchen y el milagro se
realizará. Durante dos mil años -podemos decir- Dios no contestó las
infinitas plegarias del pueblo judío en lo que respecta al retorno a
la Tierra Santa, hasta que éste se decidió a poner de lleno manos a
la obra para la conquista del país que le pertenece.
Que marchen!
La Voz Divina dice siempre a Israel: ¡Marchad! Ya sea que se
encuentre ante vosotros el mar Rojo, las persecuciones antiguas o la
intolerancia moderna, marchad, proseguid, avanzad siempre hacia
adelante. No miréis hacia atrás, donde yacen en ruinas los pueblos
que os persiguieron, sino mirad hacia adelante, donde se abren en
toda su grandeza los magníficos horizontes del futuro de la
humanidad. ¡Marchad! Las olas del mar no apagarán el vigor de
vuestra existencia; los ríos de vuestra sangre derramada por los
tiranos no destruirán vuestro nombre y vuestra gloria. ¡Marchad!
Estáis por encima de los elementos, del tiempo y del espacio.
Avancad siempre y no retrocedáis.
La vigilia
La noche se divide en tres partes llamadas ashmurot (vigilias), y
ésta es la tercera.
Este cántico
Este cántico de Moisés es el documento poético más antiguo de la
literatura hebrea. Está animado por una auténtica emoción que
expresa la alegría de la salvación, la fe y confianza en Dios.
Moisés supo expresar con palabras llenas de entusiasmo, todo lo que
sintió su alma por el maravilloso acontecimiento. En materia de
poesía, los hebreos no usaban la versificación. El historiador
Flavio Josefo escnbe a este propósito que el canto de Moisés, así
como su bendición a las doce tribus, escrita al final del Pentateuco
(Deuteronomio 33), fueron compuestos en forma examétrica. En cuanto
al rey David, hizo algunos de sus salmos en trímetros y otros en
pentámetros.El cántico de Moisés encierra una belleza insuperable, y
su traducción a cualquier idioma hace que pierda gran parte de su
majestuosidad y disminuya el magno sentido de sus palabras.
Se hundieron
Cuando los egipcios perecían en la furia del mar, quisieron los
ángeles entonar sus cánticos para exaltar la grandeza del
Todopoderoso; pero Dios no se lo permitió diciendo: ¿Las obras de
mis manos (seres humanos) se ahogan en el mar y vosotros eleváis
para Mí cánticos? (Talmud Sanhedrin 39:). Estas palabras enseñan que
no está permitido alegrarse con la derrota de los enemigos,
sobretodo cuando sufren o perecen.La persona se alegra generalmente
cuando ve la justicia triunfar, pero Dios nos muestra que no es la
muerte del malvado lo que El desea, sino su retorno al buencamino,
para que viva. "¿Quiero Yo la muerte del malvado? Lo que quiero es
que se aparte de sus caminos y viva" (Ezequiel 18, 23).Samuel el
pequeño decía: "No te regocijes cuando cae tu enemigo, y en
suinfelicidad tu corazón no se alegre, pues Dios podría ver mal esto
y hacer volver hacia ti su cólera (Avot 4, 19)).
Sentados junto a la olla
de carne
Entre los israelitas que salieron de Egipto había un grupo de
gente llamada erev rav (mezcla grande de gente), personas de todas
clases que adoptaron el legado espiritual israelita, y que
provocaban disturbios y actuaban cobardemente en el desierto en los
momentos más difíciles.Esta clase de gente siempre existió a través
de los siglos, aunque raramente en el seno de nuestro pueblo. Son
ellos los que aconsejan el abandono de Dios por el culto del becerro
de oro, el cambio del alimento celeste de Sinay por las ollas llenas
de carne, por las cebollas y pepinos de Egipto (ver Números 11, 5),
hombres descarriados que sólo piensan en su bienestar y en la
satisfacción de sus sentidos. Ellos pueden encontrar en Egipto la
riqueza para el cuerpo a precio de la esclavitud del alma, pero
jamás podrán alcanzar la verdadera grandeza de la emancipación que
comienza en el momento en que adoramos al Eterno en el monte de su
santidad, empleando nuestros bienes para la elevación de su
Santuario, a fin de instaurar el reino de Dios sobre la tierra.
Contra el Eterno
"Murmurar contra el superior es lo mismo que murmurar contra
Dios", dijoRabí Janá bar Janiná. Rabí Jisdá añade: "Discutir con el
maestro es discutir con Dios; disputar con él es disputar con Dios;
sospechar de él es sospechar de Dios (Yalcut 358).
Este es el Pan
Este pan llamado maná era como un pequeño grano redondo blanco que
caía de los cielos, como lluvia, todos los días, excepto los
sábados. Antes de recogerlo por la mañana parecía como guardado en
una cajita, pues el rocío lo cubría por arriba y por abajo (Talmud,
Yomá 75). Para comer este "pan del cielo" debían molerlo, amasarlo y
cocerlo, a fin de hacer con él tortas. Los israelitas se alimentaron
con el maná durante cuarenta años aproximadamente (ver Otzar -
Israel volúmen 6 página 232).
Un Omer
Un ómer equivale a 10 efá; una efá a 5 seá; una seá a 24 log; y un
log equivale a 506 cm.
El día Septimo
En medio del calor infernal y de toda clase de privaciones, Moisés
dijo al pueblo: He aquí que el Eterno os ha dado el sábado; por
tanto El os da el viernes el pan para dos días. Estése cada uno en
su estancia; no salga nadie de su lugar el séptimo día; y descansó
el pueblo el séptimo día (versos 29 - 30). A pesar del sufrimiento
ocasionado por el hambre y la sed en el desierto, Dios no quería que
el hombre se preocupara en sábado por sus necesidades materiales. En
cuanto a nosotros, en medio de las condiciones de vida más fáciles
en que vivimos, nos permitimos profanar la santidad del día sagrado
para correr tras este maná terrenal que algunos poseen en
abundancia, mientras que otros pueden, con un poco de esfuerzo,
abastecerse en el sexto día de una ración doble.
Vino Amalec
Amalec, el eterno enemigo, vino a luchar contra Israel, y Moisés
dijo a Josué: "Escoge hombres para nosotros y sal, lucha contra
Amalec". Estas palabras, observa el Midrash (Yalcut 264), enseñan
cómo deben actuar los comandantes, presidentes y jefes, que en sus
órdenes dicen: ¡Yo mando, yo exijo, yo quiero! Profundo conocedor de
la naturaleza humana, Moisés conocía el don de salvar las
susceptibilidades del amor propio. Hombre modesto en extremo, se
confundía con los otros para no mostrar superioridad.
Por esto dice "escoge para nosotros" y no "escoge
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