En Rosh Hashaná cada
criatura pasa delante de Dios, similar a como lo hacen los animales del
rebaño delante del pastor, a quienes hace pasar debajo de su vara uno a
uno para contarlos. De esta misma manera, cada uno de los seres vivos
pasa delante de Dios, y Él los juzga, determinando en ese momento cuál
será su futuro.
En Rosh Hashaná se escribe el decreto, y en Iom Kipur se sella la
sentencia. Quien sanará, y quién enfermará, quién vivirá y quién morirá,
quién errará y quién se establecerá, quién empobrecerá y quién
enriquecerá, quién caerá y quién se levantará. (Majzor Rosh Hashaná)
Para comprender con mayor claridad lo enunciado, citaremos algunos
ejemplos.
Encontramos el caso de Rabí Akiva, un simple
trabajador, que realizaba labores en el campo, para quien lo contrataba.
(Talmud Shabat 127 – Iafé Einaim)
A los 40 años de edad, Rabí
Akiva conoció a Rajel, la hija de un poderoso hombre de negocios. El
padre de ella se opuso al matrimonio, pero igual se casaron.
Al
enterarse del casamiento, el progenitor de Rajel, inmediatamente la
desheredó.
La nueva pareja fue a vivir a una vivienda muy
precaria. Allí no disponían de lujos ni comodidades, pero eran felices.
En épocas invernales dormían entre la paja, pues no tenían sábanas,
almohadas, cobertores, ni colchones. Al despertar, la dama con paciencia
y amor, quitaba la paja que se le incrustó a su marido entre los
cabellos mientras dormía.
Rabí Akiva, se emocionó mucho por la actitud de su mujer. Más, por
ser ella la hija de Calba Sabúa, uno de los hombres más adinerados de la
época, y no estaba acostumbrada a este tipo de vida harapienta. Por eso
dijo: "Si alguna vez tengo la posibilidad de ser un hombre rico, pondré
sobre ti una corona con la ciudad de Jerusalem hecha en oro". (Talmud,
tratado de Sanhedrin 50ª)
Cada día Rabí Akiva traía paja. La
mitad, la vendía para comprar las provisiones básicas, y la otra mitad
la utilizaba para sus otras necesidades.
Una vez, los vecinos se
quejaron y le dijeron: "¡Akiva, nos estás arruinando con el humo,
véndenos la paja y con ese dinero compra aceite, y estudia a la luz de
la vela!".
Rabí Akiva les respondió: "Ocurre que muchas
utilidades yo le doy, pues esta paja me sirve para estudiar cuando la
enciendo, para calentarme, y también para dormir sobre la misma".
Tan pobre era Rabí Akiva, que se dijo sobre él, que en el futuro pondría
en aprietos a todos los hombres indigentes en momentos del juicio, pues
si les preguntaren: "¿Por qué no estudiasteis?". Y ellos respondieren:
"Porque éramos pobres". Les dirán: "Rabí Akiva era más pobre que
vosotros".
Su señora, luego de la queja de los vecinos por el
humo de la paja quemada, habló seriamente con su marido y le dijo: "Ve a
la casa de un Rabí a estudiar".
Rabí Akiva complació a su mujer,
y fue a estudiar con Rabí Eliezer y Rabí Ieoshúa. Permaneció al lado de
estos eruditos por el lapso de doce años, tras lo cual emprendió el
camino de regreso a casa.
Llegó hasta la vivienda, y escuchó que
su mujer decía: "Si mi marido me hiciese caso, debería quedarse allí
otros doce años".
Rabí Akiva escuchó esas palabras y pensó: "Ya
que me da permiso, regresaré a estudiar".
Volvió al lugar de estudio, y al cabo de otros doce años, emprendió
el regreso a su casa. Pero no lo hizo solo, lo acompañaban veinticuatro
mil parejas de alumnos.
Al enterarse la gente del lugar que el
gran erudito llega, salieron a recibirlo con el mayor de los honores.
También su esposa se hallaba entre el público.
La mujer pretendió
acercarse para ver, pero los rabinos no se lo permitían.
Rabí
Akiva vio eso y dijo: "Déjenla: lo mío y lo vuestro es de ella" (todo lo
que aprendí y todo lo que vosotros aprendisteis de mi, es gracias a
ella).
Rabí Akiva se hace rico
Calba Sabúa se enteró de la grandeza alcanzada por su yerno, y
solicitó la anulación de la promesa, mediante la cual privó a su hija
disfrutar de sus bienes. Los sabios accedieron a este pedido y Rabí
Akiva heredó su fortuna.
También sucedió con el sabio, un hecho con un ciervo de madera, como
los que hacían los marinos, y rellenaban con monedas de oro. Hacían
esto, como símbolo de que la nave sea liviana en su trayecto por las
aguas, similar al ciervo, cuyo desplazamiento es ágil y veloz.
Aconteció que cierta vez olvidaron el animal de madera en la orilla
del océano, llegó Rabí Akiva al lugar y lo encontró.
Otra vez,
Rabí Akiva dio a unos marinos, cuatrocientas monedas, encargándoles que
le traigan alguna cosa.
Los hombres hallaron un cofre de madera
a la orilla del mar y se lo llevaron, sugiriéndole que esto es “mientras
tanto”. También le dijeron que aguarde a que encuentren algo mejor, de
mayor valor, y se lo traigan.
Rabí Akiva abrió el cofre, y se
llevó la grata sorpresa de que estaba lleno de valiosas monedas. Era
producto de lo que había ocurrido hacía un tiempo, cuando se hundió en
esa zona una embarcación, y el dinero de toda la tripulación estaba
guardado en ese cofre.
Rabí Akiva, enriqueció mucho y cumplió lo
que había dicho que haría a su amada esposa, construirle una corona de
la ciudad de Jersalem de oro. El erudito supo reconocer que gracias a su
señora, que lo impulsó a estudiar, llegó a alcanzar los honores que
ahora poseía.
Hemos visto que la vida de Rabí Akiva cambió en un
solo instante, pasando de la pobreza total a la riqueza. Luego otro
instante, y la riqueza adquirida se duplica. Un nuevo instante, y su
situación económica vuelve a cambiar. Es un ejemplo claro de que el
mundo está en manos de Dios, y en un solo momento la situación de una
persona deja de ser como era para pasar a ser de una manera totalmente
diferente.
También ahora
Este caso que
vimos, ocurrido hace dos milenios, también sucede en la actualidad.
En Oliva, una ciudad que se encuentra a 94 kilómetros de la ciudad de
Córdoba, vive Paulo Altamirano, el cartonero. Este hombre pasó varios
años de su vida en la miseria, hurgando la basura y los deshechos
arrojados por los demás pobladores del lugar. Pasaba horas buscando algo
para vender y poder ganar unos pesos. De esta penosa manera, este sujeto
se ganaba la vida y llevaba el sustento a su hogar.
Un día, Paulo sale a realizar su trabajo, como era costumbre. Pero
esta vez, la suerte le sonrió. En una bolsa de basura encontró la
increíble suma de 50 mil dólares.
A partir de ese momento, la
vida de este cartonero cambió por completo. Con el dinero encontrado
compró una casa precaria, dos automóviles de segunda mano, y abrió un
quiosco que comenzó a administrar muy bien.
También es apropiado decir, que así como se supo la increíble
historia de este cartonero, y cómo su vida cambió milagrosamente en un
solo instante, también se supo la historia de quién perdió el dinero que
Paulo encontró.
Emilia Pascoi de Aguirre, una anciana de 70 años,
poseedora de una buena situación económica, solicitó a la mucama que
limpie el desván de la casa.
La mucama cumplió la orden al pie
de la letra, y arrojó a la basura todo lo que consideró desechable.
Entre lo tirado, había algunas cajas antiguas, en una de las cuales, la
dueña de casa había escondido sus ahorros. Son los 50 mil dólares que
Paulo encontró. (Diario Clarín 3/6/2004, CNN 3 de junio, 2004)
Otro caso
La mucama
norteamericana Geraldine Williams, pasó muchos años fregando pisos de
casas ajenas, y ordenando habitaciones de otros.
Esta señora, a
la edad de 67 años, siendo madre de tres hijos y abuela de ocho nietos,
escuchó que el número que salió sorteado en la lotería coincide con el
de su billete, pero no lo tomó en serio.
Pasaron algunos días, y
aun no caía en la realidad. Por eso, como era usual en ella, asistió al
domicilio de uno de sus clientes para cumplir con su trabajo de
limpieza.
Luego de la dura jornada de labor, se dirige a las oficinas de la
lotería de Massachussets, allí la esperaba un cheque que cambiaría su
vida, cuyo monto ascendía a 294 millones de dólares. El segundo mayor
premio de la historia de la lotería norteamericana. (Boston, Domingo 11
de julio de 2004)
Hemos visto algunos ejemplos de personas que
enriquecieron tras esperar varios años siendo pobres. Solo hacía falta
que llegue el momento asignado por Dios para que la fortuna les sonría,
igual a lo acontecido con Rabí Akiva, quien a los 40 años, era muy
pobre, y por mérito de su esposa fue a estudiar. Luego, tras 24 años de
estudio, regresa y de un momento para otro, la fortuna le sonríe a la
edad de 64 años.
Apreciaremos a continuación, que así como acontece con el dinero,
también la vida y la muerte dependen de la voluntad de Dios. En un solo instante, alguien es tocado por la muerte, pero al ser que aun no llegó
el momento decretado por Dios se salva y logran vivir, y otro que goza
de buena salud, inesperadamente ve a la muerte llegar.
Veamos
primeramente un caso ocurrido hace mucho, con el patriarca Abraham, el
fundador del pueblo judío.
La historia
de Abraham
Abram comprobó que las figuras de madera y metal no tienen ningún
tipo de poder. Por eso decidió tomar un elemento contundente, y con él
quebró todas las estatuillas de su padre Teraj.
Su progenitor, cuando regresó al hogar y contempló semejante
destrozo, le preguntó a su hijo por lo sucedido. El joven, con mucha
calma le respondió, que el dios más grande quería comer primero su
alimento y se ensañó con todos los demás, destrozándolos.
Teraj
se encolerizó con Abram por haberse rebelado contra sus dioses y lo
entregó al rey Nimrod.
El monarca pregunta al hijo de Teraj.
“¿Acaso no sabes que soy el amo de todas las cosas, y que el sol, la
luna y las estrellas salen y se ocultan según mi voluntad? ¿Por qué
destruiste los ídolos que representan la fe en mi?.”
Abram le dijo “Has de saber que desde que fue creado el mundo hasta
el día de hoy, el sol sale por el este y se pone por el oeste. Si eres
el amo de todo, como dices, ordénale que mañana salga por el oeste y se
ponga por el este. Entonces divulgaré que eres el amo del mundo”
Además le dijo: “Si tú eres el amo de todos los hechos, seguramente
las cosas ocultas, son reveladas para ti. Dime entonces que es lo que
estoy pensando en estos momentos y que haré en el futuro”.
El rey
se tomó la barba y mostraba notorios signos de sorpresa.
Abram
interviene nuevamente y le dice: “No te sorprendas tanto. No eres el amo
de todas las cosas, sino el hijo de Kush. Pues si eres el amo de todo,
hubieras salvado a tu padre de la muerte. Así como no salvaste a tu
progenitor del sepulcro, tampoco tú te salvarás”.
Inmediatamente
Nimrod mandó llamar a Teraj y le comunicó: “Tu hijo destruyó mis dioses,
corresponde que se la aplique la pena capital de ser arrojado al fuego”.
El mandatario, no obstante, se volvió hacia Abram sugiriéndole:
“Prostérnate al fuego y te salvarás”.
Abram respondió: “Si es así, me debería prosternar al agua que apaga
el fuego”.
Nimrod acepta: “Prostérnate al agua”
Abram sugiere: “Si es así, me debería prosternar a las nubes, que
están cargadas de agua”.
Nimrod conforme consiente: “Prostérnate a las nubes”.
Abram
insiste: “Debería mejor prosternarme al viento que esparce las nubes”.
Nimrod: “Hazlo, prostérnate al viento”.
Abram le sugiere: “Debería prosternarme a un ser humano, pues
soporta el viento”.
Nimrod concluye: “Yo me prosterno al fuego, y
a él te arrojaré, y que venga tu Di’s y te salve”
Construyeron una enorme hoguera y lo arrojaron dentro. Pero ante el
estupor de los presentes, Abraham no sufría ningún daño por efecto del
fuego, hasta que finalmente el rey le ordena salir. La gente comenzó a
prosternarse a Abram, y este les comunicó: “prostérnense a mi Di’s que
me salvó. Rindan honores a Quién os creó”.
El hijo de Teraj gozaba de tremendos honores, los ministros le
traían presentes, y hasta el propio Nimrod le dio a su hijo como esclavo
en calidad de obsequio, nos referimos a Eliezer.
Luego de todo esto, mucha gente reconoció que Dios salvó a Abram, y
le traían sus niños para que les enseñe a conducirse según su camino.
Además, gran cantidad de servidores del rey Nimrod, como unos
trescientos, todos ellos se apegaron a Abram. También Teraj desde ese
día creyó en Dios y abandonó todas sus tendencias idólatras.
Abraham fue bendecido por Dios con mucha riqueza, pero este la invirtió
en hacer benevolencia y caridad con las criaturas. Solía traerlos a su
hogar, les daba de comer y beber, y los preparaba para conducirse
apropiadamente en el servicio a Dios. Por eso está escrito: Génesis 12:
5: “y las almas que hicieron (Abraham y Sará) en Jarán”.
Hemos
visto un caso en el que un hombre es arrojado a la muerte, pero se salva
de ella porque aun no había llegado su hora determinada por Dios. Veremos a continuación, algunos casos que ocurrieron en la actualidad.
Un ladrón con suerte – no llegó su hora
Un hombre, de 30 años de edad y nacionalidad boliviana, pretendía
asaltar una vivienda situada en la calle San Vicente Ferrer número 79,
en Gandia. Sin embargo, no pudo acabar su cometido, ya que cayó
precipitadamente desde un cuarto piso. Este hecho ocurrió el domingo 4
de julio de 2004 a las 21.40 horas.
La violenta caída del
individuo fue amortiguada por los tendederos que había debajo de la
casa, motivo por el cual su cuerpo sufrió solo algunos magullones.
La policía local fue alertada mediante el teléfono de emergencia 112, y
los agentes llegaron de inmediato al lugar.
Los policías
advirtieron que el individuo se encuentra atrapado en los tenderos más
bajos, a los cuales es muy difícil acceder. Por eso llamaron a los
bomberos, quienes luego de 1 hora y media de ardua labor, rescataron al
sujeto y lo derivaron al hospital Francés de Borja, en Gandia.
En el nosocomio lo atendieron y tras comprobar que no presentaba daños
de consideración, le dieron el alta y fue trasladado a la seccional
policial, para ser indagado.
Los médicos y personal de
investigación dijeron que lo sucedido a este hombre fue un milagro, es
como que “ha vuelto a vivir”.
Más detalles de este informe
pueden ser hallados en Diario Digital de Valencia. Las Provincias del
Martes, 6 de julio de 2004
Desgracia de una madre – llegó su
hora
Una joven madre, de nombre Claudia Estela Rubeis de 25 años de edad,
subió a la terraza del edificio en el que vivía, para tender ropa que
había lavado. Cuando regresó encontró la puerta de su casa cerrada, y no
tenía la llave.
La señora, gracias a la ayuda de un vecino que vivía en el cuarto
piso, llamó a un cerrajero. Pero antes de que el especialista acabe su
labor, escuchó llorar a su pequeña hija de 1 año.
El llanto
provocó que la madre entre en estado de desesperación. Enseguida
solicitó al vecino que le permita descender desde su apartamento situado
a 12 metros de altura, hasta el 2° piso.
La mujer fue hasta allí y volvió a subir dos pisos. De inmediato
solicitó al vecino que le había ayudado, permiso para asomarse por la
ventana. Su idea era descender por las cañerías exteriores seis metros,
hasta llegar a su departamento, pero no logró sujetarse bien, y cayó al
vacío, perdiendo la vida en el acto.
Mayores detalles de este episodio pueden encontrarse en la nota
publicada por Diario Clarín, el Miércoles 24 de julio de 2002
Anciana que se salva
Una
anciana de 102 años, de nombre Elisa Levi, se apoyó sobre la barandilla
de un balcón para observar las obras que se realizaban en el patio. Pero
perdió el equilibrio y se precipitó desde el cuarto piso donde estaba,
al suelo. (Informe del diario La Stampa).
Su caída fue
amortiguada por una casita de plástico del jardín de infantes que había
sido colocada allí temporalmente.
Levi fue trasladada a un
hospital próximo, y allí se comprobó que sólo sufrió la fractura de
brazo.
Hemos visto que tanto la vida, como la muerte, la salud,
y la enfermedad, el dinero y la pobreza, están en manos de Dios.
No es posible escapar a los designios del Eterno. Si Él, merced a los
actos de la persona, cometidos en ese año, decretó que debe vivir, no
morirá en un accidente o un atraco. En cambio, si el Eterno sentenció
que ese individuo debe morir, no vivirá, pese a que se empeñe en
hacerlo.
Veamos un caso sucedido hace muy poco que confirma lo
que dijimos.
Hombre supersticioso Un hombre con domicilio en
Cluj, una localidad del centro de Rumania, se encerró en su casa por
miedo a salir en viernes 13. El sujeto, de nombre Florin Carcu, y 54
años de edad, solicitó a su jefe, Gheorghe Domsa, permiso para no ir a
trabajar en ese “nefasto” día. Gheorghe Domsa, declaró “Es la cosa
más rara que me pidieron hasta el momento, pero finalmente decidí
otorgarle el permiso para quedarse en casa, porque en verdad demostraba
tener mucho miedo ante el inminente mal que podría ocurrirle durante
esta jornada” Florin Carcu, más tranquilo por el permiso obtenido
para quedarse atrincherado y seguro en su domicilio, decidió preparar un
café. Mientras lo hacía, irrumpió en su vivienda una avispa venenosa muy
poco conocida en Rumania. El insecto pica al individuo, y éste muere en
el acto. Más detalles de esta noticia pueden ser hallados en el
diario Crónica de la República del Paraguay, día 16/08/2004
Reflexionando
Como lo hemos
visto, nadie tiene comprada la salud, ni la vida, o el bienestar
económico. Todo depende de la decisión de Dios. Él es quien juzga
nuestro destino, teniendo en cuenta para ello, nuestros actos realizados
durante el año.
Por tal razón, es necesario reflexionar, y decidir plegarse a la
senda del bien, abandonando el pecado y la mala conducta. Principalmente
en los días próximos a Rosh Hashaná, el día del juicio.
Para
ello es posible aprovechar los días especiales de benevolencia de Dios.
Ya que un mes antes de Rosh Hashaná, hasta diez días después, en Iom
Kipur, hay un lapso de 40 días. En ellos Dios atiende con una
benevolencia extra a todos los que retornan a Él.
Es por eso que
en la plegaria de Iom Kipur está escrito: En Rosh Hashaná cada criatura
pasa delante de Dios, como lo hacen los animales del rebaño delante del
pastor, a quienes hace pasar debajo de su vara uno a uno para contarlos.
De esta forma cada uno de los seres vivos pasa delante de Dios, y Él los
juzga, determinando en ese momento cuál será su futuro.
En Rosh
Hashaná se escribe el decreto, y en Iom Kipur se sella la sentencia.
Quien sanará, y quién enfermará, quién vivirá y quién morirá, quién
errará y quién se establecerá, quién empobrecerá y quién enriquecerá,
quién caerá y quién se levantará.
Tras esta declaración, en el
libro de oraciones -Majzor- dice: “pero la plegaria, la caridad y el
ayuno hacen pasar los malos decretos”.
Pese a que hayamos cometido faltas durante el año, no hay que
desesperar y renunciar al Mundo Venidero. Es menester tener en cuenta,
que Dios nos abre una puerta, que permanece abierta desde 30 días antes
de Rosh Hashaná, hasta Iom Kipur. Por la misma podemos entrar y mejorar
nuestra conducta, ser perdonados y lograr el derecho de volver a casa.
Por esta puerta que conduce a Dios se pasa, con la ayuda de “la
plegaria, la caridad y el ayuno”. |